Capítulo 14

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Salí de ducharme, con el ánimo por los suelos, los ojos hinchados y unas infinitas ganas de tomar agua y echarme a dormir. Me costaba entender lo que había pasado, esas palabras no parecían tener concordancia con todo lo que ella había hecho por mi o talvez solo imaginaba que le importaba cuando lo único que le provocaba era culpa.

Un mensaje llegó a mi celular interrumpiendo mi reproducción de música deprimente, con fastidio lo tomé para ver que era tan importante como interrumpir mi auto hundimiento, pero lo que encontré fue peor de lo que esperaba.

Cuando vi la miniatura del video supe de inmediato de que se trataba, no quería verlo, pero necesitaba estar segura así que lo terminé reproduciendo.

Mia me había mentido, no era un video sexual con lo que la estaban amenazando era una grabación de una de sus sesiones con su psicólogo, era ella hablando enfrente de la cámara sobre las cosas que le habían pasado con lágrimas en los ojos y con las manos temblorosas mientras contaba su historia.

—Mia, ¿podrías decirme que le pasó a tu hermanito?

—Murió, cuando era un bebé, se ahogó en su cuna —respondió nerviosa, acomodándose de un lado a otro en su silla.

—¿Tu lo recuerdas?

—No, solo recuerdo su cuarto, sus cosas, su ropa, todo menos a él.

—¿Y qué pasó después de eso?

—Mi mamá lloraba mucho, ella se encerraba en el cuarto del bebé y no salía hasta que mi papá la obligaba.

—Debiste estar muy triste, ¿verdad? —Mia afirmó con su cabeza—: Me dijiste que tu mamá tomaba mucho, ¿Cuándo comenzó eso?

—Creo que fue después de que mi papá quitara todas las cosas del bebé.

—Recuerdo que me dijiste que antes de que eso pasara tu mamá se comportaba muy bien contigo, pero, ¿cómo se comportaba contigo cuando tomaba?

—No lo sé, no sabía cuando estaba tomada o sobria, solo veía las botellas vacías, algunas en el patio otras en el fregadero, estaban por todos lados.

—¿Hay algo en especial que recuerdes relacionado con tu mamá?, tu mamá me contó algunas cosas de las que se arrepentía, cosas que te dijo —Mia negó con la cabeza.

—Entonces, mejor cuéntame por qué te escondías en los rosales, ¿no era doloroso?

—Tenía miedo —se limitó a responder.

—¿De quién tenías miedo? —Negó con la cabeza—: Está bien, que tal si me dices como eran tus fines de semana, ¿te gustaban?

—No.

—¿Por qué no?

—Mi papá llevaba a sus amigos a la casa.

—¿No te agradaban sus amigos?

—Ellos me... no quiero hablar de eso —le respondió nerviosa.

—Esta bien, entonces regresemos a los rosales, tu mamá me contó que tu le habías dicho que te escondías de los monstruos, ella no te entendió porque pensó que los monstruos no eran reales, pero luego se enteró que si existían. Todos te creemos y queremos saber si tu recuerdas la cara de esos monstruos, se que dijiste que no lo recuerdas, pero, ¿estás segura que nada viene a tu cabeza?

—No los recuerdo —respondió con la voz entrecortada y la mirada fija en el suelo—: Solo recuerdo como olían, recuerdo que me dolía, pero no mucho más que eso.

—Está bien, mejor olvidemos las rosas, que tal si avanzamos en el tiempo ¿qué más recuerdas?

—Recuerdo a mis papás peleando.

MÍA (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora