Capítulo 21

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(Cass)

No sé cuánto tiempo tarde en reaccionar, todo pasaba muy lento y muy rápido a la vez, cuando logré moverme, Mia estaba en el suelo totalmente destrozada, avancé lentamente para consolarla, pero las lágrimas no podían salir de mí, al igual que las palabras, no podía creer lo que había visto, debía ser una pesadilla es lo que me repetía.

Ella estaba temblando con los ojos cerrados y sus manos en sus oídos mientras repetía algo entre dientes, yo solo pude abrazarla.

Me quedé con ella hasta que mi mamá comenzó a llamarme por mi nombre a lo lejos, tampoco pude responderle, ella me sacudió para que respondiera pero fue la mamá de Alice lo que me hizo finalmente reaccionar, dio un grito tan desgarrador que mis lágrimas ya no aguantaron más y terminaron saliendo de una manera desoladora.

El resto fue predecible, la ambulancia llegó con los equipos para recuperar el cuerpo, mi familia ayudó a su mamá con todo lo referente al funeral, todos sus familiares llegaron muy rápido y el instituto también se hizo presente con profesores que la conocían y algunos estudiantes que trataron con ella en algún momento. La gente hablaba maravillas de Alice, incluso los que no la conocían, yo no tuve la cara para hacerlo, no después de haberla abandonado.

Mia no pudo ni entrar en la iglesia, tuvo un ataque de pánico, aún recuerdo la manera en la que lloraba, recuerdo las marcas de sus uñas clavadas en sus manos y brazos.

No la enterraron de una manera tradicional, sus restos fueron cremados porque su mamá decidió mudarse y eso fue todo lo que sucedió, las personas fingirían que les importaba durante un tiempo, los padres tratarían de acercarse más a sus hijos por unas cuantas semanas y los chicos se sentirían culpables por un par de meses pero la vida continuaría, todo seguiría normal, todo seguiría sin ella.

He pensado mucho sobre qué hubiera pasado si yo no me hubiera paralizado, o si no la hubiera abandonado, si tan solo hubiera hablado con ella en su momento, pero creo que imaginar los posibles finales para Alice ya no tiene ningún sentido, no importaba las veces que Mia se echara la culpa o lo mucho que su mamá rezara, nadie podía decir que pudo ser de ella, si su vida estaba destinada a algo más o si el lugar en el que estaba ahora (si había un lugar) estaría en paz.

Una semana después después del funeral, la casa de Alice estaba lista para ser vendida. Mia ayudo a que eso sea posible, junto con su abuelita, quienes no abandonaron a la mamá de Alice en ningún momento, algunos podrían llamar a ese gesto culpa, pero no puedo imaginar lo fuerte que debió ser para Mia estar entre las cosas de Alice todo ese tiempo.

La última vez que la vi, estaba sentada en el pórtico de la casa de Ali, con una caja a sus pies, me había acercado para ver si necesitaba ayuda, nos habíamos vuelto muy cercanas en esos pocos días.

—¿Estas bien? —le pregunté sentándome a su lado.

—Estar bien tiene un nuevo significado cuando estas en esta casa —respondió mientras trataba de sonreír—: Esta caja es lo último que queda de Ali, su mamá no quiere conservar más que un álbum de fotos, así que me dijo que tirará esto, pero... no puedo. Siento que, si botó esto, ella se habrá ido para siempre.

—¿Y está mal dejarla ir?

—¿Tú ya la has dejado ir? —Las dos nos quedamos en silencio un rato, a veces esa era la mejor respuesta.

—Siempre estará con nosotras —le dije finalmente, tratado de consolarme más a mí que a ella.

—Eso es porque la culpa nunca se va, las dos le fallamos y siento que de cierta manera la empujamos a hacerlo —me respondió con la voz entrecortada, era la primera vez que lo admitía sin derrumbarse.

—No creo que ella lo haya hecho para lastimarnos, así que deberías dejar de pensar de esa forma, supongo que lo único que podemos hacer ahora es seguir.

—¿Quieres llevarte algo de ella? —me preguntó secándose las lágrimas.

—No, prefiero tenerla en mi memoria —le respondí sin querer mirar lo que había dentro.

—Hay una foto en la que está contigo, ella la tenía en su mesita de noche, deberías conservarla.

—¿Tú con qué te quedaste?

—Con un collar que le regalé el día en que le arruine la vida... lo mantendré siempre para jamás volver a lastimar a nadie. —Abrió la caja y sacó él porta-retrato, me lo extendió y yo lo acepté.

—Supongo que no volverás nunca más a este lugar, ¿cierto? —le pregunté mientras observaba la foto, Ali y yo nos veíamos tan pequeñas, nuestras sonrisas eran tan inocentes.

—Bueno tu tampoco, me contaron que te mudaras. Espero que puedas encontrar paz en ese lugar y quien sabe tal vez puedas enamorarte.

—Lo dudo —le respondí—: El amor no es para mí, creo que no lo merezco.

—Entonces esfuérzate por merecerlo, a ella le habría gustado. —Se aclaró la garganta y siguió hablando—: Sabes, ella creía en la reencarnación, así que creo que la esperare.

—No crees que estarás muy vieja para cuando ella reencarne —le dije bromeando, logrando que suelte una sonrisa.

—Me refiero a que, solo quiero verla una vez más, quiero verla feliz. Su mamá me contó como logró superar al papá de Alice, me dijo que el secreto era verlo en el resto de las personas, así que la buscaré hasta mi último día. —Nos quedamos en silencio otra vez pero en esta ocasión nos centramos en el atardecer, las dos estábamos pensando en ella, era innegable, pero de alguna forma sentía que Alice ya estaba en paz, debía estarlo, no podía imaginarme otra cosa, era mi esperanza en el más puro estado.

—Ella tenía un tatuaje con mi nombre, ¿Lo sabías? —me dijo luego de un tiempo, rompiendo el silencio.

—¡¿Se hizo un tatuaje?! —pregunté sorprendida.

—Pues sí y yo me sorprendí tanto como tú—me respondió—: Yo también me pondré su nombre, creo que es justo —me dijo poniéndose de pie para despedirse—: Cassie, trata de olvidar lo que pasó con Alice, no te encierres, ni te culpes, en estos días te he llegado a conocer demasiado y se lo suficiente como para entender que la culpa sigue en ti, pero no importa cuánto te lastimes, eso no la hará volver, no cambiará nada, ¿entiendes? —afirme con la cabeza—: No desaprovecharas tu segunda oportunidad.

Ella levantó la caja del suelo y yo me despedí, cada una siguió su camino y esa fue la última vez que la vi, podía entender porque Alice estaba completamente enamorada de ella, Alice fue la única que descubrió lo que estaba dentro de Mia, fue la única que logró ver más allá, entendió su alma tan bien que supo en lo que se transformaría. En esos pocos días con ella pude afirmar que Mia era una persona increíble, estaba completamente cambiada o más bien era verdaderamente ella y eso lo pudo ver Alice, se porque lo hizo, sé que a veces el amor se puede transformarse en algo totalmente despiadado pero nadie puede negar que Mia la llegó amar, y la seguirá amando durante toda la eternidad.

MÍA (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora