Capítulo 4

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—No puedo... —dijo Mia mientras regresaba a su asiento, dejándome totalmente desconcertada—: Lo siento Ali, puedes llevarme a mi casa, te mostrare el camino. —Yo tardé un momento en reaccionar, pero al final seguí sus instrucciones sin protestar. Cuando llegamos a su casa, se despidió de mi como lo hubiera hecho de una completa desconocida, la única diferencia fue la velocidad con la que salió del auto.

Pase un rato pensando en lo que había sucedido, la noche me acompañaba y la fachada de su casa crea sombras aterradoras para mi alma desorientada. ¿Hice algo malo? ¿no le gustó?, no sabía porque de repente había reaccionado así, pero me dolía, eso era de lo único de lo que podía estar segura.

Una voz dentro de mi trataba de responder las interrogantes que surgían con obvia malicia, me decía que simplemente trato de utilizarme para sentirse mejor, pero al final no pude ser suficiente, que cruel puede ser nuestra consciencia cuando cree que necesitamos un castigo. El masoquismo era lo mío, pero no podía dejarme en paz solo esta noche. Entre más pensaba, peores respuestas, imaginaba.

He rechazo a varios chicos y nunca me detuve a pensar en lo que podría llegar dolerles, supongo que la empatía no quiere aparecer cuando puede servir de algo.

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En la mañana del domingo me llegó un mensaje de ella, lo revisé de inmediato y resulto ser un documento en el que estaba el trabajo completo, me había olvidado de eso, pero antes que causarme alguna felicidad, solo logró romper las esperanzas que tenía de verla otra vez.

Leí el ensayo y todo lo había escrito de una manera muy profunda, analizaba de una manera increíble el libro de " el retrato de Dorian Gray", hablaba sobre el poder de la belleza y las consecuencias de las decisiones entorno a las personas de nuestro alrededor, además de la perversión del alma, no sin antes concluir diciendo que Dorian era un claro ejemplo de como las personas no podían cambiar, su estilo de análisis aunque impresionante no dejaba de ser frío y un tanto negativo, era obvio porque tenía tan buenas notas y también era obvio ver la manera en la que interpretaba la vida.

En el instituto las cosas no cambiaron, no me dirigió la palabra y se la pasó con sus amigos, era como si todo lo que pasamos juntas no había sucedido, a veces hasta me preguntaba si no fue solo un producto de mi imaginación, pero la pulsera que dejó en mi auto ese día me demostraba que por un momento pude tenerla a mi lado, pude sentirla, aunque ahora eso no era más que un recuerdo doloroso.

—¿Pensaste en lo de la cita? —me preguntaba Zac regresando mi mente a la cafetería. El olor de la comida del día tenía mi estómago revuelto y los intensos tonos utilizados por los del alrededor para hablar me causaban irritación, o talvez solo estaba teniendo uno de esos días en los que te despiertas con el pie izquierdo.

—Claro, ¿Te parece si salimos después de clases? —le respondí sonriente. No era difícil poner una sonrisa, en especial si las personas lo ameritaban. Zac era un buen chico y yo necesitaba despejarme, no tenía por qué darle muchas vueltas al asunto.

—Me parece perfecto —me dijo mientras se acercaba más a mí como si ahora ya tuviera permiso para irrumpir en mi espacio personal, supongo que eso significa aceptar una cita, esa nueva vibra creada alrededor de los dos, fue interrumpida por otra. Comencé a sentir como alguien me miraba fijamente (esa sensación de cosquilleo en el cuello), así que volteé para ver quién era. Terminó siendo Mia, tenía sus ojos puestos sobre mí, y no los desvió, aunque nuestras miradas se encontraron, de hecho estuvimos viéndonos un rato hasta que decidí enfocarme en lo que decía Zac y así cortar el contacto visual.

—Por eso el entrenador siempre nos pide que demos nuestro mayor esfuerzo... —Zac estaba hablando sobre su entrenamiento y yo no podía estar más distraída, me enfocaba en todo menos en él—: ...Yo estoy tratando de mejorar mi marca, pero necesito practicar más... —Seguía hablando, cuando de repente en la mesa se sentó Mia.

MÍA (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora