En cuestión de segundos me taparon la boca, me taparon los ojos y me sujetaron para que no pudiera escapar. Alguien me susurró en el oído que no me dolería si cooperaba, pero las risas a mi alrededor me tenían totalmente asustada. Sus manos se deslizaban por mi cuerpo tratando de que me dejara de mover, pero solo me producían asco.
Me arrastraron por los pasillos de los vestidores hasta lo que parecía ser la última hilera de los casilleros. Terminaron empujándome dentro de uno de ellos que tenía un olor fétido, comparado con un bote de basura y no era para menos, la última hilera de los casilleros de los vestuarios no se utilizaba por los problemas con las goteras, que los convertían en un lugar perfecto para que el moho creciera, junto con otros animales.
No tarde en darme cuenta que no eran solo hombres, podía distinguir las risas de chicas, eso no impidió que ellos se aprovecharan se la situación, pero para ese punto ya estaba demasiado golpeada y cansada como para seguir peleando.
—¡Es nuestro turno! —Escuche que dijo una de las chicas. Esa voz se escucha demasiado familiar, trate de quitar esa idea de mi cabeza, pero no había muchas dudas de quien era.
El sonido de unos recipientes me trajo de nuevo la sensación de pánico, ¿qué más querían hacerme?
Me arrojaron el contenido de esos botes de metal y enseguida pude sentir que era lo que se estaba deslizando por mi piel, eran lombrices de tierra, había un invernadero en el instituto, en el cual las utilizaban como abono, debían haberlas sacado de ese lugar. Yo trataba de gritar, pero no podía emitir ningún sonido por culpa del trapo que con el que me taparon la boca.
No sé qué me daba más asco, si las lombrices tratando de tocarme por donde ellos no lo habían hecho o las personas que se reían de lo que me estaban haciendo, daba igual que era peor porque de todos modos no saldría de esa situación, no había nadie que fuera a rescatarme, nadie que diera la cara por mí, no tenía un solo amigo que se atreviera a ayudarme, no había nadie capaz de parar el increíble dolor que sentía dentro.
La puerta del casillero se cerró, golpeándome un poco más, provocando que el aire se volviera denso, insoportable como para ser inspirado. No sé cuanto tiempo había pasado, solo sabía que la venda de mis ojos estaba empapada de lágrimas, algunas de mis rotas y mi mente fuera de foco, cuando escuche esa voz.
—¡Ya fue suficiente!, debemos sacarla. —Se acercó a la puerta para abrirla, pero se lo impidieron.
—Que salga sola —le respondió alguien, ya no estaba interesada en saber quiénes eran porque de saberlo me dolería más.
—Por favor, ya fue demasiado lejos. —Insistió de nuevo.
—Dejen de hablar o nos reconocerá.
—Además tu insististe en venir, o era mentira que ya no es tu amiga. Talvez quieras unirte a ella.
—Es que ya fue muy lejos —respondió esa voz—: Dijiste que solo sería una pequeña broma.
—Tal vez si eras tu la que estaba en el video con ella —le dijo—: No olvides que odiamos a las zorras.
—Aquí la única zorra eres tú. —Esa voz tan cínica.
—Fuera de aquí, Mia.
—Vete al diablo Miranda.
—Si no te largas ya sabes lo que te espera.
—Y si no la dejas en paz te golpearé tan duro que necesitaras el doble cirugías plásticas de las que tenías.
—Cálmate Mia —le respondió riéndose—: Casi te creo, pero las perras como tu no cambian, así que no me vengas a decir que te importa cuando eres tú la culpable de todo.
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MÍA (editando)
RomansaAlice es una adolescente que ha venido desarrollando una depresión que oculta de todos debajo de la imagen de una "chica perfecta", la única persona que le hace sentir algo es Mia, una chica con problemas de agresividad de quien siempre a estado e...