Confesiones- Anaju

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-Hola, mi amor- cuando su voz llegó a mis oídos mi piel se erizó, el brazo se cubrió de piel de gallina y mi respiración se volvió pesada.

Tenía los ojos de Hugo puestos sobre mí, el no sabía como actuar, lo podía ver, por sus movimientos corporales estaba en un limbo entre preguntar o callarse y mantenerse al margen.

-No vuelvas a llamarme así, Adrian- dije con el tono más firme que pude, me levanté desde el sofá y me dispuse a salir al balcón.

Hugo mantenía su mirada en mí pero no se levantó, se quedó en el sofá mordiendose las uñas.

-Pero si te encantaba que te llamase así- me dijo el con tono de ironía y reproche, un ruido se escapó desde mis labios, era una mezcla entre desesperación y enfado.

-Me encantaba, ahora ya no lo hace. ¿Porque me has llamado?- el frío de diciembre me llegó como un puñetazo en la cara y me estreché entre mis brazos para mantener el calor adentro de mi cuerpo.

-¿No puedo interesarme de tu vida Ana?- me dijo calmo, esa voz me llevó a años atrás cuando nos conocimos la primera vez, me hizo la misma pregunta, pero ahora el escenario y las personas habían cambiado.

El me había hecho cambiar.

Por el cambié y nunca supe volver

-Tu interés se fue cuando empezaste a insultarme y a pegarme, tu amor para mí se fue aquel 31 de enero- dije ya con las lagrimas a los ojos, me mordí el labio.

Nunca más volveré a caer

Lo prometí.

-¿Sabes que sin mí no eres nada, verdad?- y ahí estaba otra vez el Adrian que me hundía con el pasar de los días, el Adrian que me hundió y me cortó las alas.

Mi voz y mi respiración se pararon, no sabía que contestar.

Por años pensé que tenía razón y probablemente aun lo seguía pensando.

Una mano me quitó el móvil de las manos y solo en ese momento me acordé que estaba en casa de Hugo, el estaba ahí con el móvil apoyado a su oreja, defendiendome.

-No sé que Anaju hayas conocido, pero la que conozco yo es una persona maravillosa- y colgó, no dió tiempo a Adrian a contestar.

Le colgó en la cara

Me miró, no dijo nada, tomó mis manos entre las suyas y con las manos entrelazadas entramos de nuevo a su casa.

Nos sentamos el uno frente al otro, no necesitabamos palabras, el frotó mis manos con las suyas calentandolas poco a poco.

Mi mirada estaba fija en el suelo, mirando como mi pie se movía frenético contra el sofá.

Mi cabeza estaba hecha un lío, entre el pasado con Adrian y con el miedo de volver a entregarme a alguien y entre el presente con Hugo y con la esperanza de que el fuese diferente.

-¿Quieres un té?- su voz me despertó y alejó mis pensamientos, yo lo miré y con una pequeña sonrisa asentí.

El se levantó en dirección de la cocina y en aquel momento me entró miedo, era una sensación extraña, tenía miedo de quedarme sola, me miraba alrededor buscando algo que me pudiese reconfortar y cuando supe que no había nada me levanté y seguí Hugo a la cocina.

-Hey, ¿Cuánto azúcar quieres?- se giró con las tazas en las manos y se sorprendió al verme apoyada al marco de la puerta, su mirada cambió por una preocupada, apoyó las tazas sobre la mesa y se acercó lentamente a mí.

Sus brazos rodearon mi cintura y me atrajeron a el, su cabeza descansaba en mi hombro mientras me mecía en un abrazo.

Mi cabeza estaba apoyada en su pecho, respirando su colonia, intentando alejar los pensamientos que me estaban persiguiendo.

-¿Quién ha dicho que los miedos no se puedan compartir?- me susurró el, yo suspiré cerrando los ojos y disfrutando aquel gesto de cariño.

En mi mente retumbaban estas palabras, mi yo del pasado y del presente comunicaban entre ellas y la del pasado me dijo:

Hasta ahora te tocó ser fuerte, ahora te toca ser feliz


Hola a todos!!

Muchisimas gracias por las mil visualizaciones, de verdad no podría estar más feliz.

Disfrutad del capitúlo.

Nos vemos.

Fiore

Un puzzle de imprevistos - AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora