El piso - Hugo

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Movíl.

Calle.

Movíl.

Calle.

Así se mostraba el recorrido que mis ojos estaban haciendo.

El punto azul que indicaba mi posición en Google Maps no se había movido mucho, y eso que llevaba caminando casi media hora.

Delante mío la calle parecía infinita, más caminaba más lejos el piso que había decidido alquilar parecía estar.

La funda con la guitarra adentro estaba colgada a mi espalda y por cada paso que daba chocaba con esa, frustrandome más.

Si eso fuera posible.

El único ruido que se escuchaba eran las ruedas de mi maleta a contacto con la calle.

Las calles estaban iluminadas con farolas, facilitandome el rocorrido.

El piso no se encontraba alejado del centro, sin embargo mis habilidades en orientarme junto con el desconocimiento de la ciudad no ayudaban en eso.

Las luces de la ciudad seguían brillando, desde aquí algunos que otros gritos y pedazos de canciones podían escucharse tranquilamente.

El mes de diciembre acababa de empezar, sin embargo las calles estaban llenas de gente, jóvenes, que disfrutaban de la compañía yendo por bares y discotecas.

Personas que iban construyendo recuerdos, memorias que irían decorando sus vidas, como las decoraciones en el árbol de navidad.

Yo por otro lado no disfrutaba de un navidad en familia desde hace años, mis contactos con ellos no existían.

En realidad no podía quejarme, quién mantendría contactos con un hijo que te dijo claramente que no estaba bien viviendo contigo y que estaba esperando una oportunidad para poderse escapar.

Ningúno.

No existía una razón, pero el simple hecho de que yo estuviera desesperadamente buscando una manera para evadir desde aquella burbuja en la que llevaba encerrado toda mi vida, creo que era bastante.

No me importaba dejar mi familia atrás, en realidad nunca me había importado lo que mi familia pensaba de mí.

No me importó quien siempre estuvo, quien entró y se fue dejando la puerta abierta, no importa si allí construí lo que pensaba fuese mi vida, no era suficiente.

Ya no.

Por eso desde hace años mi única compañera era la música, que siempre me había salvado, cuando la vida o la situación empeoraba, me encerraba en una burbuja y componía, dejando que el papel fuese el solo testigo de mis pensamientos.

Mis emociones se encontraban atrapadas en una libreta de color blanco y oro, vivían ahí y cada vez que esa libreta se abría ellos salían ocupando mis sueños convirtiendolos en pesadillas.

Mis pasos se apresuraron cuando el móvil empezó a vibrar, eché un vistazo a mi alrededor y confirmando lo que ya la tecnología me había comunicado, entré por la puerta del edificio.

Con la maleta en la mano subí los cuatros tramos de escaleras intentando no hacer demasiado ruido, lo que faltaría sería una bronca a las tres de la mañana.

Con cuidado puse las llaves en la serradura y abrí la puerta de la que en este tiempo habría llamado casa.


Hola a todos!

Aquí os traigo otro capítulo más, perdonadme si son un poco aburridos pero tengo que desarollar la historia de cada uno antes de que se encuentren.

No falta mucho, os lo prometo.

Disfrutad, nos vemos pronto!

Fiore

Un puzzle de imprevistos - AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora