Y allí estaba ella.
Frente a mí.
Con un moño deshecho.
Una bol de palomitas entre las piernas.
Y la sonrisa más bonitas que jamás había visto.
-No te creo, no puedes haberlo hecho- su risa inundó el espacio de aquel piso, el calor que desprendía creaba un aura que nos atrapaba.
-Hay muchas cosas de mi que no sabes, princesa- ella rodó los ojos al escuchar el apodo que muchas veces había utilizado durante la tarde y se acercó más a mí, quedando a escaso centimetros de mi cara.
-Seguro que son muy interesantes- su aliento chocaba sobre mis labios y las ganas de besarla subían cada segundo.
Mis manos terminaron en su cintura pegandola más a mí, sus piernas rodaron mi cintura quedando ella sentada en mi regazo.
Nuestras miradas se estaban desafiando y ninguno de los dos estaba dispuesto a perder.
-No voy a perder y lo sabes- su tono listo se hizo sentir, su mirada intensa penetraba en mi alma yendo más allá de lo que ya sabía.
Mis manos se movieron veloces, trazando circulos sobre su piel desnuda en las cadera y un segundo después la tenía tratando escapar de mis cosquillas.
Sus manos empujaban mi pecho tratando alejarme, sin obtener resultado alguno.
Mis manos atraparon sus muñecas parándolas sobre su cabeza, sus mejillas estaban algo rojas por las risas y el esfuerzo.
Y una sonrisa marcaba su rostro.
Me acerqué lentamente a ella, nuestras narices rozaban.
Sus ojos se cerraron esperando un beso que nunca llegó.
-Has perdido- suspiré sobre sus labios y alejándome de una vez con una sonrisa en la cara me dispuse a mirarla, un quejido salió de sus labios que se curvaron en una mueca de desesperación.
Se levantó en seguida, su mirada se paró en un punto fijo, sus pupilas cubrían por completo sus ojos, sus manos jugaban con sus dedos.
Estaba temblando.
En un instante su humor había cambiado por completo.
Me acerqué a ella, pasé mis dedos por sus manos desenredandolas.
Su cara se escondió en mi cuello inhalando mi perfume, mis manos pasaron por su pelo.
-¿Soy un fracaso verdad?- un ligero susurro salió de sus labios, sus manos se colaron debajo de mi camiseta intentando agarrarse a mí.
Yo la estreché más fuerte entre mis brazos, me había dejado completamente sorprendido.
Pero antes de que pudiera contestarle una llamada nos interrumpió.
El movíl sobre la mesa vibraba.
Me levanté con ella aun abrazada a mí.
Logré tomarla en brazos, sus piernas rodeaban mi cadera y su nariz acariciaba mi cuello.
Llegué a la mesa y mi sonrisa de inmediato desapareció.
Un nombre estaba marcado en la pantalla del móvil.
Mamá
Hola a todos!
Perdón por el retraso, pero esta semana estaba llena de cosas para la escuela.
Os prometo que el próximo llegará más temprano.
Disfrutad.
Fiore
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Un puzzle de imprevistos - Anahug
Hayran KurguHay dos personas, que sin saberlo están unidas por un hilo. Un hilo rojo. El hilo se aleja y se acerca en una serie infinita de imprevistos. Pero nunca se va a romper.