Las panteras- Anaju

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Todo había regresado a la normalidad.

O eso parecía.

Ahora me encontraba caminando por las calles de Barcelona en dirección clase de interpretación.

Había pasado todo el fin de semana con mi familia, el domingo había regresado a mi departamento, pasando toda la noche en busca de mi pulsera.

Busqué por todo el piso, en el baño, en la cocina, en la sala.

Nada.

No pegué ojo anoche, aquella pieza de joyería era demasiado importante para mí.

En realidad también había otra razón por la cual no había dormido por toda la noche, Hugo no me había contestado, al principio ne le había dado importancia pero con el pasar de los días un sentimiento de preocupación se instauró en mí.

Había pensado en llamarle, pero mi cordura me había frenado otra vez, mi mente me había jugado en contra.

No le importas, por eso no te contesta.

Esto era mi preocupación, el hecho de que no le importase, que me dejase tirada después de haberme ayudado.

Afortunadamente la clase de Iván me vendría bien para despejarme un poco.

Entré por la puerta y me dispuse a dejar mis cosas en un pequeño banco cerca de la clase, eché un vistazo tambíen ahí para controlar de no haberme dejado la pulsera, nada.

Llegué antes de que la clase empezara, Iván ya estaba, me recibió con los brazos abiertos.

-¿Como estás, mi amor? - me preguntó con una punta de preocupación en su voz

-Mejor- disfruté del abrazo, alargandolo más de lo habitual

-¿Me explicas lo que pasó, la semana pasada?- su mirada estaba fija en mis ojos, mi mirada se concentró en mis pies, me balanceaba, moviendome incomoda

-Bueno, la clase...- empecé mi explicación bajo su atenta mirada, pero una voz demasiado familiar y un portazo me hicieron sobresaltar.

-Illo, que me pensaba de haber llegado tarde - se tono y su acento peculiar llegaron a mí y un escalofrío subió por mi espalda.

Que cojones hacía aquí el

Maldito destino

Me giré en su dirección y su ojos se fijaron en mí, recorrieron mi figura desde la cabeza hasta los pies, mis mejillas se sonrojaron. Nos quedamos mirándonos, encontrando y descubriendo cada detalle del rostro de los dos.

Iván tosió a mi espalda y yo desvié mi mirada en seguida mientras Hugo reía en el otro lado de la clase.

La clase empezó y con ella mis ganas en ver el chico sentado al lado mío actuar, tenía ganas de verlo moverse por un finto escenario.

Lo que si no me esperaba es que Iván nos llamase juntos.

Te mataré Iván

-Bien, ahora quiero que los dos se transformen en panteras, panteras hambrientas y llenas de ganas de comerse- su sonrisa y el tono con lo que nos explicaba el ejercicio me hizo estremecer.

Sí, en definitiva lo iba a matar

Nos pusimos rodillas al suelo y empezamos a transformarnos, giramos en círculo rodeandonos, sus ojos verdes brillaban, reflejando las luces de la clase.

Sus pupilas descubrían cada detalle de mi cuerpo, su mirada pasó por mis hombros, mi mandíbula, mis labios y por fin por mis ojos.

No lograba mantener mi mirada a la par de la suya.

Sus ojos me intimidaban.

-Os quiero más cerca- oí la voz de Iván lejos, estaba demasiada metida en el papel.

La distancia se cortó, podía sentir su respiración sobre mi rostro, sobre mi labios, mis ojos escaneaban su cara intentando desviar la sensación que su mirada hacía sobre mí.

Su nariz se acercó a mi cuello, dondé dejó una suave caricia que me hizo cosquillas.

Su nariz subió hasta mi oreja y cuando la retiró nuestros labios estaban muy cerca, nuestras frentes chocaban, la tensión era máxima.

-Ahora os tenéis que levantar sin perder esta conexión- la diferencia de altura se veía muchísimo pero esto no impidió que nuestros labios estuvieran a punto de rozarse, sus manos hacían un recorrido desde mi costado hacia mis caderas, una sútil y ligera caricia.

-Muy bien chicos, estoy muy contento de vosotros- Iván rompió la magia dando por terminado el ejercicio. Un suspiro de alivio escapó de mis labios y mis mejillas permanecieron rojas por unos minutos, decidí no sentarme cerca de el, me sentía bastante incomoda.

La clase pasó muy velozmente y cuando estaba a punto de recoger mis cosas una mano me tiró por la muñeca.

Era él, lo sabía.

-¿Que quieres?- mi pregunta sonó demasiado borde, me giré y allí estaba él mirándome con una expresión indescifrable.

-Tenía que darte eso, probablemente se te cayó- y puso en mi mano, la maldita pulsera que llevaba días buscando, mi boca se abrió intentando disculparme por el tono de la pregunta.

-No te preocupes, puedo perdonarte si aceptas mi invitación a una merienda en mi piso- me dijo sonriendo y antes de que pudiera contestarle me dijo - Somos compañeros de clase, podríamos conocernos mejor ¿no?- extendió su mano para que yo la estrechase.

-¿Y que te hace pensar que acepte? Tengo trabajo que hacer- una vez más intenté esconder mi timidez y miedo con el sarcasmo.

-Entonces nos vemos mañana a las cuatro, te envío mi dirección luego- y sin darme tiempo en contestar se fue.

Nunca serás suficiente para alguien, eres insignificante

Y una vez más, aquella frase sonó en mi cabeza ocupando mis pensamientos y persiguiéndome hasta llegar a casa.


Hola!

Perdón por el retraso, pero yo ya he empezado las clases y tengo que decir que estoy bastante ocupada.

Espero poder actualizar más en seguida.

Disfrutad del capitúlo.

Fiore

Un puzzle de imprevistos - AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora