Golpe de realidad - Anaju

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Mí especialidad era el control:

preveía cada posibilidad, adelantaba cada reacción y modelaba la realidad en dirección del resultado que deseaba.

Esta vez este control lo había perdido

Nunca había modificado mi rutina, nunca nigún cambio apareció en esa.

Ni a través de los años.

Nunca.

Hasta que encontré Hugo.

El lo derrumbó todo, mis muros, mis miedos, mis esquemas y me dejó sola ante el peligro.

Dejó a la persona más vulnerable desnuda delante la perfección de la sociedad, delante miles de ojos que la juzgaban de la cabeza hasta las puntas de los pies.

El miedo a fallar es más fuerte que las ganas de ser felices por eso es más facíl quedarse quietos con los brazos cruzados y esperar que algo suceda.

Debajo de aquella Anaju ordenada, obsesionada con el tiempo, esquemática el había sabido encontrar otra persona de la cual yo, desconocía por completo.

Aquel día estaba tan mal, me sentía culpable.

Culpable, por haber retrasado al trabajo.

Culpable, por no haber entregado el proyecto.

Culpable, por haber roto mis esquemas.

Ves, no eres nadie sin mi

Las voces volvían, sus ojos negros me miraban a través de los míos en el reflejo del espejo con odio y asco mezclado.

Sentía sus manos sobre mí.

En los hombros.

En la espalda.

En el estomago.

Las cortinas bajadas oscuraban lo que era mi cuarto, la puerta estaba cerrada y el silencio se apoderaba del lugar.

Me siento faltar algo, no sé precisamente lo que es.

Probablemente las ganas de vivir una vida que jamás viviré.

La presión en el pecho se alarga y yo no tengo ni idea de como pararla o apagarla.

Estoy aquí, de nuevo.

Con el corazón acelerado y el estomago revuelto.

Estoy aquí, de nuevo.

Con la cabeza hecha un cuadro acariciando mis cicatrices.

Estoy aquí, de nuevo.

Enamorada hasta las trancas.

-¿Juji? ¿Estás ahí?- la voz dulce que llegaba a través de la puerta me llegó a los oídos, intenté abrir la boca para contestar pero lo único que salió fue otro sollozo.

Escondí mi cabeza entre mis piernas, intentando callarme.

-Amor, abreme porfa- me estaba rogando, la podía imaginar con la frente apoyada contra la puerta, con los ojos cerrados y las manos cerradas a puños contra la pared.
Ella sabía que la puerta estaba abierta, pero como siempre esperaba que diese una señal para que la dejase pasar.

Ella y su delicadeza.

Este episodio ya lo habíamos vivido

Pero esta vez era diferente, yo no lloraba porqué me habían hecho daño sino porque me habían hecho sentir demasiado bien.

Me asustaba llegar a pensar que el me viese con los mismos ojos con los que me vió por la primera vez Adrian.

-Mai- este era la señal.

Su figura apareció iluminada por la luz detrás de la puerta, se sentó cerca mío dejándome elegir sobre su próximo movimiento.

Asentí, quería sentirme protegida y acogida.

Otra vez que me encontraba escondida entre sus brazos, dejando que me mimase, dejando que me acariciase el pelo mientras me cantaba al oído.

-Tirate a la piscina, amor - sus manos acunaban mi rostro, secando con sus dedos mis lagrimas.

Su mirada desprendía la calma que me faltaba y el amor que necesitaba.

Ella era mi salvoconducto.

Ella era quién me salvaba cada vez que me hundía, salvandome del ahogamiento.

Y por eso confié, confié en sus palabras y en sus brazos.

Porque al final no había nadie más a quién confiar.


Hola a todos!

Aquí encontraís otro capítulo.

Disfrutad.

Fiore

Un puzzle de imprevistos - AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora