Por instinto, cubro a mi hermana, colocándola tras de mí, protegiéndola con mi cuerpo. Ella solloza. Trago saliva. Él lo supo todo este tiempo. Supo que yo y Nikolaj nos veíamos, supo quién era yo y mi hermana. Él era el culpable de las pesadillas de Isabel, el que la amenazó.
Mi mente pensaba a mil por segundo, buscando como escapar, que hacer. Mi mano sostenía el cuchillo firmemente, soy consciente del orégano que llevo en mi bolsillo. Todo movimiento que haga, él lo percibirá al instante. Debo ser rápida, precisa e inteligente.
—Es un gusto por fin conocerte, Sofía. Te diría que mi hermano me ha hablado de ti, pero hace varios años que dejamos de estar en buenos términos —dice. Su voz es fría, formal. Algo en ella me causa un escalofrío. Isabel tirita a mis espaldas. Jochem ladea la cabeza e intenta mirarla—. ¿Qué pasa Isabel? ¿No te alegras de verme? Con lo triste que te pusiste cuando me fui.
Me quedo en silencio. Esto está mal, muy mal. No soy rival para él, menos aún teniendo que proteger a Isabel.
—No eres muy conversadora, Sofía. Tampoco muy educada, sin darme la bienvenida a tu hogar —comenta, y mira la cocina.
—Tal vez es porque no eres bienvenido —replico, con la voz más seria y carente de emoción. Jochem me mira y sonríe, mostrando sus perfectos dientes blancos.
—Tu hermana dijo que eras temeraria. Hablarle así a alguien que puede matarte en un segundo no es algo muy inteligente. Ella lo llamó valiente, pero yo lo llamaría estúpido.
Me quedo quieta. Da un paso hacia nosotras, retrocedo hacia la puerta. Suelta una risita irónica. Vuelve a mirar a Isabel tras mi brazo.
—Te ves mal, Isabel. ¿Has dormido bien? —pregunta burlón. Mi hermana tiembla, él ríe.
—Déjala en paz —mascullo. Jochem vuelve su vista a mí.
—¿O qué? —Señala el cuchillo en mi mano—. ¿Me vas a apuñalar con ese cuchillo? Porque te llevarás una gran sorpresa.
Piensa me digo a mi misma.
La puerta del jardín se abre. Jochem voltea con rapidez y frunce el ceño.
—¿Sofi? ¿Isa? —nos llama Aukan. Mierda.
—¡Aukan vete! —le grito.
Jochem voltea a mirarme, me sonríe.
—Eso no lo va a salvar —me dice, da un paso hacia mí.
—No, pero esto sí —susurro.
Y antes de que entienda de lo que hablo, cojo el puñado de orégano de mi bolsillo y se lo lanzo a la cara.
—¡AAAHHH! —grita, tapándose el rostro con las manos.
Volteo y empujo a Isabel hacia la salida.
—Ve con Aukan, yo lo distraeré —le ordeno. Jochem continúa gritando adolorido
Sale pitando y choca con Aukan, él me mira sin entender, Isabel lo coge del brazo y lo tironea, en dirección al jardín. Avanzo por el vestíbulo hasta la puerta, pero antes de que mi mano toque el pomo, Jochem captura mi brazo y me lanza hasta el otro lado de la habitación. Mi espalda choca contra la mesa llena de fotografías familiares, algunas caen al suelo, el vidrio haciéndose añicos. Me levanto lo más rápido que puedo. Jochem me agarra del cuello y me acorrala contra la pared, golpeándome con fuerza en la cabeza.
—¡¿Crees que unas hierbas me van a detener?! —gruñe. Me cuesta respirar.
Agarro firme el cuchillo y se lo entierro de lleno en el abdomen. Sus ojos se abren en sorpresa cuando el ajo que le he pasado por el filo le quema. Me suelta dejándome caer, coloca sus manos sobre la herida. Me levanto y salgo pitando hacia la cocina. Tengo una rama de laurel. Necesito llegar a ella.
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Piuchén
VampireMis padres siempre me dijeron "no te adentres mucho en el bosque". Sabía de los animales salvajes que rondaban por allí, de lo fácil que sería perderse y no encontrar el camino de vuelta. No era novedad ver como campistas se perdían en ellos. No sé...