Tres días.
Tres días sin noticias suyas, sin sus ojos de hielo, sin Nikolaj.
Tres días en que la inquietud, la incertidumbre y la ansiedad me paralizan.
Y eran tres días los que Nikolaj había dicho que tardaría en colocar fin a la vida de Jochem.
Por supuesto, no iba a poder pegar ojo aquella noche, lo tenía más que claro.
Mis padres se sorprenderían de aquel estado catastrófico de no ser porque Héctor había sido encontrado muerto. Un choque horrible contra la barrera de contención, que había cedido ante su camioneta y que lo hizo estrellarse contra un árbol. Su cuerpo quedó destrozado, el manubrio se le había incrustado prácticamente en el pecho.
O esa era la historia oficial. La extraoficial, involucraba venganzas, vampiros y a mí.
Debido a eso, mis padres me habían dejado faltar a la escuela. Todos estaban devastados. ¿Dos compañeros de último año muertos en menos de dos semanas? Extraño, como mínimo. Una tragedia. Los rumores de que nuestra generación estaba maldita no tardaron en esparcirse. La gente a veces puede ser muy cruel.
Sentada en el sillón, buscando que película me apetece ver, no puedo evitar no sentirme desdichada. Me sentía como un imán para la muerte. Mi mejor amiga, Héctor, Liane... esta última, en particular, no era de mi agrado, pero fui yo quien había provocado su muerte, con mis propias manos. Aún puedo sentir como atravesaba su corazón con aquel laurel, el sonido de su cuerpo al caer, el olor a que algo se quemaba.
Mi teléfono suena, sacándome de mis pensamientos. Estar en casa sola era agradable, ya que no tenía que fingir más. No tenía que fingir sorpresa, ni tampoco tristeza. No es que no sintiera la pérdida de Melisa y Héctor, pero estaba pasando por un momento tan crítico, que mi cabeza no podía pensar en otra cosa que no fuera Nikolaj, y su seguridad.
Sayen, que había dejado un cuenco lleno de sopaipillas para mí, se había ido hacía cosa de una hora. Fuera, la una lluvia torrencial no dejaba ni ver el bosque, aunque aun así, no podía evitar mirar por la ventana, con la esperanza de que Nikolaj apareciera, sano y salvo.
Mi teléfono vuelve a sonar y refunfuño por lo bajo. Lo saco de mi bolsillo y leo. Mi hermana, que está en casa de una amiga, me pide que vaya a recogerla. Suspiro.
Me levanto del sillón y apago el televisor. Cojo las llaves del coche y otras de casa. Me coloco el impermeable, y salgo.
La lluvia intensa se siente caer pesada sobre mi capucha. El suelo lleno de barro es resbaladizo, por lo que camino con cuidado hasta el auto de mi madre. Llego junto a este y me apoyo en el techo, evitando caerme. Abro la puerta y, cuando subo un pie dentro, algo capta mi atención.
Lentamente, levanto la cabeza y miro en dirección al bosque. Lo único que escucho es el sonido de la lluvia. Miro entre los árboles, tal vez me lo he imaginado. Sin embargo, cuando estoy por rendirme y subir al coche de una vez por todas, una sombra se vislumbra en el lugar.
Mi respiración se hace irregular. Me alejo del vehículo y doy un paso hacia la casa. Es Nikolaj, tiene que serlo. Aunque sigo sin entender porque no viene con su increíble velocidad. Doy unos pasos más, noto el cabello rubio. Sonrío. Mi pecho se infla de felicidad.
—Nikolaj —le llamo, sonriente.
La sombra, sin dejar de caminar en mi dirección, levanta la cabeza. -noto sus ojos de color carmesí, los colmillos puntiagudos asomándose. Y entonces me doy cuenta de que no es Nikolaj, sino Jochem.
Tardo una fracción de segundo en reaccionar. Salgo pitando y subo al coche. Puedo ver su sonrisa macabra dibujada en su rostro. Hago partir el coche y retrocedo. Noto sus ropas desgarradas y ensangrentadas. Parece que ha peleado. ¿Habrá sido contra Nikolaj? ¿Estará él bien?
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Piuchén
WampiryMis padres siempre me dijeron "no te adentres mucho en el bosque". Sabía de los animales salvajes que rondaban por allí, de lo fácil que sería perderse y no encontrar el camino de vuelta. No era novedad ver como campistas se perdían en ellos. No sé...