42. Piwke

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Aukan envuelve con gasa mi codo. Escucho a Isabel barrer los trozos de vidrio en el vestíbulo. Lo observo con su semblante serio y concentrado. Ahora que la adrenalina ha dejado de surtir efecto, siento mi cuerpo magullado. La muñeca que Jochem apretó con demasiada fuerza quedo con marcas, Aukan me coloco una venda en ella, esperando que no me haya fracturado nada. Amarra con un pedazo de tela adhesiva la gasa y termina. Comienza a guardar las cosas en el botiquín, sin mirarme.

Le he contado todo, por supuesto. Isabel le había dicho algo sobre Jochem, ella no sabía con exactitud que era él pero si notaba que no era humano. Él muy bastardo había dejado a mi hermana al borde de una crisis, sin dejarla en paz en ningún momento.

Isabel entra a la cocina y se acerca al basurero a botar los vidrios. Observa el suelo, los pedazos de vajilla rota se mezclan con mi sangre. Barre y los echa también a la basura. Un ruido me hace voltear y veo por la ventana. Suspiro cuando noto que ha sido el viento. La lluvia ha cesado. Nikolaj aún no aparece. Estoy preocupada.

—¿Estás bien? —me pregunta mi hermana. Volteo a verla y asiento.

—Ha sido un rasguño —replico.

Aukan cierra el botiquín con fuerza y me mira molesto. Lo miro. Isabel me observa y hace una mueca.

—Iré a ordenar el vestíbulo —se excusa, y sale de la cocina, dejándome a solas con Aukan.

Me levanto del taburete y me acerco. No sé lo que pasa por su cabeza. No dijo absolutamente una palabra cuando le relaté todo. Nada. Y no creía que aquello fuese bueno.

—Aukan... —comienzo a decir.

—Yo no puedo creerlo —me interrumpe. Hago una mueca.

—Sé que parece irreal, pero es cierto. Tú lo viste. —Él  cierra los ojos y niega con la cabeza.

—No. Del piuchén... puedo creerlo. —Abre los ojos y mira el suelo—. Sé lo que vi, y sé que mis ojos no me engañan, por más loco que sea.

—¿Entonces qué? —pregunto sin entender. Levanta la cabeza y fija su mirada en mí.

—Sofi, es un vampiro —dice. Tomo una gran bocanada de aire.

—Técnicamente, no es un vampiro en sí...

—¿Bebe sangre? —me interrumpe. Ruedo los ojos.

—Sí.

—Entonces es un vampiro.

—Aukan, lo entiendo. Es mucho que entender. Pero Nikolaj...

—Nikolaj es un vampiro, igual que su hermano psicópata —espeta. Frunzo el ceño.

—Nikolaj no es como Jochem.

—Se alimenta de humanos como nosotros, Sofi. ¿Crees que no desea tu sangre? ¿Crees que puedes confiar en él? En cualquier momento, cuando menos lo esperes, te va a hincar el diente y te matará —dice colérico.

—No lo conoces —replico molesta.

—¿Y tú sí?

—Aukan, él... —Suspiro—. Yo...

No tengo palabras para describir como me siento. Su semblante pasa de molesto a incrédulo. Él sabe lo que siento, lo nota. Sacude la cabeza y mira hacia la mesa.

—Esto es grave, Sofi.

—Ya sé que es un vampiro.

—No es solo eso. —Niega con la cabeza. Me mira y se cruza de brazos—. Es peligroso. Verdaderamente peligroso. No solo para ti, sino también para tu familia. Ese psicópata ha entrado aquí sin mayor problema, ¿Qué le va a impedir que lo vuelva a hacer, y esta vez sí mate a alguien?

PiuchénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora