And in the dark, I can hear your heartbeat
I tried to find the sound
But then it stopped, and I was in the darkness,
So darkness I becameCosmic Love, Florece + The Machine
Pasa de la media noche y la tierra no trae buenos presagios. La torre está inquieta y él se revuelve en la cama.
«¿Qué tienes?», pregunta.
La torre casi siempre le contesta moviéndose. Es el problema de estudiar en un lugar donde no sabes si al amanecer la cocina va a estar en el último piso o hasta el sótano.
«¿Al lado de quién me pusiste?»
No todos pueden sentir los movimientos de la torre, pero él sí. Siente esa clase de magia en sus entrañas. Ya se lo dijo Nedzu cuando llegó allí. «Mago de tierra, ¡ancla bien tus raíces!». En ese entonces era demasiado joven para comprenderlo.
No le cuesta comprender lo que pretende la torre cuando oye la pequeña explosión a un lado de la pared.
«¿En serio?, ¿otra vez?».
No tiene caso hablar en voz alta si la torre no lo escucha.
Se pone en pie cuando la explosión se hace más grande y abre la puerta. No sabe si está en el quinto piso o en el cuatro o en algún lugar entre ellos, pero sí sabe cuál es la puerta que está a un lado de la suya. Hay un sol dibujado en ella, amarillo y naranja, brillante. Él y Denki lo pusieron allí, porque el dueño de la habitación se negó a hacer algún dibujo para identificar su puerta.
«¿Por qué un sol?»
«Adivina», respondió Eijiro entonces.
Llama a la puerta y, cuando nadie contesta, lleva su mano hasta el picaporte. No está abierto, pero no le cuesta nada dibujar un hechizo para forzarlo en el aire. Como supone, tampoco está protegido.
Katsuki siempre cierra, pero nunca hace el hechizo de protección que debería hacer.
«No preguntes», dijo un día, «cuando necesites usarlo... sólo úsalo».
Así que Eijiro lo hace.
El interior de la habitación de Katsuki es un misterio para casi todo el mundo. Todo el mundo se pregunta cómo será; algunos incluso apuestan. Pero Eijiro lo conoce entero. El escritorio lleno de rollos viejos de papiro y pergamino, los libros apilados a un lado, siempre en orden. La capa, el sombrero, siempre sobre la mesa. La alfombra color naranja a un lado de la cama y un montón de artefactos mágicos colgados en la pared o sobre los muebles. No hay pedazo que no esté sin cubrir. Arriba de la cama siempre hay uno o dos o cuatro o diez atrapa sueños. Depende de la época. Eijiro alza la mirada y los cuenta, por instinto. Ocho. Noche mala. Ya tenía el presentimiento.
Katsuki vuelve a moverse en el sueño y suelta un quejido incomprensible.
Eijiro se acerca y se arrodilla a un lado de la cama.
—Ey.
Lo zarandea, pero no logra despertarlo. Otra explosión de magia escapa de los dedos de Katsuki.
Eijiro baja la vista al suelo. Así le habla a la torre porque siente que se dirige directo a sus cimientos.
—¿Querías que viniera, no? Ayúdame a despertarlo, anda.
Pero la torre ni siquiera responde esa vez.
La torre de Yuuei tiene una manera incomprensible de hacer las cosas para los magos. Cambia, se mueve sin cesar. No importa lo que le pidas: la torre tiene su propia agenda.
—¡Katsuki!
Eijiro lo intenta con voz más fuerte. Y entonces Katsuki abre los ojos.
En un principio no lo ven a él. Están fijos y asustados en el techo, pero no ven nada. Están todavía en mundo-oniria.
—¡Katsuki, soy yo!
Eijiro aprieta su brazo y, por fin, el mago se fija en él. Katsuki apoya un codo en el colchón para incorporarse y se le queda viendo, esperando a que sea Eijiro el que diga algo.
—¿Mal sueño?
—¿Qué te parece a ti?
—Ya. —Eijiro vuelve a alzar la vista. Ocho atrapa sueños vuelven a devolverle la mirada—. Puedo quedarme aquí.
—No fue el mismo sueño de siempre. —Katsuki interrumpe los pensamientos de Eijiro de golpe.
—¿No fueron...?
«Ellos».
El nigromante y los demás.
—No. No.
Secuestraron a Katsuki en uno de sus primeros años en la torre. Eijiro y otros más fueron a rescatarlo, poniéndose en peligro ellos mismos. Nedzu estuvo a punto de decirles que tendrían que encontrar otro colegio para aprender magia, pero Toshinori acabó intercediendo por ellos.
—Era... diferente...
Las palabras le cuestan a Katsuki. Eijiro lo comprende. El mundo-oniria es alérgico al lenguaje del mundo-realidad. No puede explicarse lo que pasa en ellos nada más abriendo la boca. Hay que esperar a que las palabras por sí solas se posen en la punta de la lengua.
—Eijiro, idiota. ¿Conoces esa sensación cuando sueñas algo que sabes que ya ocurrió?
—Ajá.
—Bien. Fue así. Como cuando sueño con... ellos. —Para otros, el tono de Katsuki podría parecer normal. Pero él entiende sus inflexiones, sus pequeñas pausas, apenas notorias—. Sé que tarde o temprano me agarrarán en el bosque y aunque trate de evitarlo...
—Ajá —corta Eijiro—. ¿Cómo fue este?
—Así. Sabía... no. Presentía. No. Sí sabía. Oh, carajo. Algo dentro de mí sabía lo que iba a pasar. Era un recuerdo. Y aunque pasé todo el sueño intentando evitar... —Katsuki aprieta los puños.
—¿Qué pasó?
—Eijiro, la torre... Yuuei... Era un recuerdo. Sólo que hay un problema. —El tono de Katsuki se vuelve más sombrío, arrastra más las palabras en su desagrado.
—¿Cuál, Katsuki? ¿Cuál problema?
La tierra está inquieta. Si se concentra lo suficiente puede sentirla debajo de él, puede sentir las raíces de Yuuei moviéndose, llenas de dudas, atascadas de malos presentimientos. Extiende una mano hasta alcanzar a Katsuki y siente la misma sensación al apretársela.
—Era un recuerdo, pero no ha pasado aún. La torre de Yuuei estaba en llamas.
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Malos Presagios [Kiritodobakudeku]
FanfictionLa tierra está inquieta en la zona de la torre de Yuuei, que alberga a muchos aprendices de magos. Hay malos presagios en el aire, viejos enemigos y una maldición. Katsuki sueña con la torre en llamas. Como un recuerdo que no ha pasado ¡Escrito para...