XII. Tulipanes de medianoche

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Do not try me Devil, Devil
Cannot buy me Devil, Devil
You won't make a fool of me, oh no
What makes you so special, special
To think I would ever settle
For that devious dance between you and me, Devil, Devil

Devil, Devil, MILCK

«Volvemos a vernos, Katsuki Bakugo».

Tomura Shigaraki pone la mano sobre su pecho.

Katsuki abre los labios y un grito guardado años atrás nunca llega a salir. Despierta con la detonación de sus propias manos y con las lágrimas secas sobro la cara. Se las limpia antes de que lo vea alguien.

Las oculta.

Y entonces, alguien llama a la puerta.

Espera escuchar la voz de Eijiro.

Pero no, por supuesto que no.

—¿Kacchan?

Izuku.

—¿Puedo entrar?

—Está abierto —dice, en un tono de voz lo suficientemente alto como para que pueda escuchar.

La puerta se abre.

—La torre me puso en el lugar de Eijiro —confiesa Izuku. No entra, se queda en marco de la puerta, allí donde está dibujado el sol que puso Eijiro—. No sé por qué.

—¿Y? ¿Qué planeas hacer sobre eso? —Katsuki se incorpora y se sienta con la espalda apoyada en la cabecera de la cama.

Izuku se muerde los labios.

La torre de Yuuei debe de tener alguna buena razón para haber hecho el cambio. Usualmente es siempre Eijiro. Y Todoroki siempre arriba, mientras que Izuku está al comienzo de las escaleras de caracol en los dormitorios.

—Acompáñame al bosque —pide Izuku.

—Se supone que no debemos salir de noche...

—Estamos a punto de graduarnos, Kacchan —responde él—. Hay luna nueva. Es un buen momento para recargar nuestra energía.

—¿Tenías planes de...?

—No, pero...

Katsuki se pone en pie y va hasta la puerta. La mueve y ve el miedo de Izuku a que se la cierre en la cara, pero no hace nada de eso. Sólo agarra la capa roja con bordados naranjas y el sombrero negro con la punta roja.

—Vamos a buscar tu capa, anda —le dice.

La sonrisa de Izuku podría derretir el mundo entero.

Katsuki lo sigue hasta su habitación, en la que hay un sombrero de mago de aire pintado. Desde la primera vez que lo vio le pareció el dibujo más ordinarios de todos los que han puesto sobre sus puertas para identificar sus habitaciones en la torre, que le gustaba moverse y esconderlas a lo largo de escaleras de caracol interminables.

Izuku abre la puerta y deja que Katsuki entre.

La recámara es un desastre. Hay libros y rollos por todas partes, incluso una pila de libros al pie de la cama. La capa está colgada de la silla del escritorio.

Izuku se la pone sobre la ropa de dormir y luego se aproxima a la ventana.

—Kacchan...

—Oh, no, puedo bajar solo.

—Yo puedo flotar, a ti no te sale bien ese hechizo.

Es cierto, Katsuki suele completar ese hechizo con una explosión de sus manos, que es instintiva después de años, para poder aterrizar bien.

Malos Presagios [Kiritodobakudeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora