XXVII. Limbo

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What do you want from me? Why don't you run from me?

What are you wondering? What do you know?
Why aren't you scared of me? Why do you care for me?
When we all fall asleep, where do we go?

bury a friend, Billie Eilish

Está en las escaleras de la torre cuando ocurre. Antes le dijo a Kacchan que bajaría un poco más tarde, cuando el festival ya hubiera empezado. «Me aseguraré de ser rápido», juró. Pero al parecer no lo fue suficiente.

Es un momento.

Y luego la oscuridad.

Siente el aire alrededor de la torre removerse, incómodo. Es apenas un momento, porque después sólo se llena de humo negro, como una nube pesada. Y después, Izuku no está en ninguna parte. Lo sabe porque no hay luna ni estrellas ni cielo.

Pierde la consciencia un segundo, el aire alrededor es pesado, como si estuviera asustado. No tiene ni idea de dónde está. La nube sólo lo agarró en el camino, quizá; probablemente es sólo una mosca para aquello que está intentando acabar con la torre.

Y entonces, una voz.

—Esto no es la torre.

Izuku abre los ojos y se encuentra en medio de un cúmulo de oscuridad.

—No...

Mientras que la primera voz es la de un hombre cansado, que arrastra las palabras, la segunda es indeterminada. Podría ser de hombre o de mujer. Un niño o una vieja. Izuku no puede situarla. Busca con la mirada de dónde viene, pero sólo alcanza a ver una figura a lo lejos. Cabello blanco. No. Quizá gris. Le tapa parte de la cara, pero Izuku lo reconoce igualmente, aunque ya no tenga el cabello azul mugroso. Tomura Shigaraki. Tenko Shimura.

—... esto es un limbo —termina la voz.

Lo único que Izuku comprende sobre esa voz es que no es humana. No es ni siquiera de alguna criatura que conozca.

—Algo está intentando proteger a la torre —dice la voz de nada y de nadie.

Izuku abre la boca, pero nada sale de ella. Ni un grito furioso.

—Algo... —dice Tomura. Y entonces, su mirada se encuentra con la de Izuku.

Izuku ve cómo la furia lo embarga al reconocerlo, intenta moverse, pero algo en el limbo no se lo permite. Tomura se precipita contra él, pero algo —las sombras mismas, quizá— lo detiene.

—¡No! ¡No seas imprudente!

—¡Déjame en paz, no puedes controlarme! —Izuku lo ve debatirse contra las sombras y sigue sin comprender quién le habla—. Te permití que controlaras a Kurogiri, pero no puedes...

—¡No seas imprudente!

Y esa vez la voz suena como la voz de una madre riñendo a sus hijos o de un padre decepcionado con su estirpe. Izuku vuelve a intentar moverse, pero comprende que está en ese limbo inexplicable por accidente. Intenta con todas sus fuerzas, de todos modos. Nunca la falta de esfuerzo le ha impedido hacer algo, se ha roto todos los huesos de los brazos innumerables veces por menos. En este momento está dispuesto a cualquier cosa con tal de impedir que Tomura Shigaraki llegue a la torre. Quizá es una buena oportunidad, piensa. No importa lo que pase: si puede asegurar la seguridad de la torre de Yuuei todo es válido.

La oscuridad lo aparta e Izuku la ve acercarse. Es en ese momento que comprende que no es la misma nube negra que lo engulló, sino una oscuridad distinta e imposible de comprender y de describir. Cuando se acerca a él experimenta el miedo y el terror que sólo experimentó cuando secuestraron a Kacchan y fueron a rescatarlo. Entonces no lo había entendido. Ahora comprende que ese vacío ya no sólo en el estómago, sino en todo el cuerpo es el puro instinto de un mago.

Malos Presagios [Kiritodobakudeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora