XXVI. Mundo-Realidad

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True that love in withdrawal was the weeping of me
That the sound of the saw must be known by the tree
Must be felled for to get cold
I fretted fire but that was long ago

Would That I, Hozier

No puede evitar los nervios ni el estrés. El estómago se le revuelve entero, pero no hay nada que pueda hacer para evitarlo. Katsuki lleva días diciendo que tiene una idea, pero tampoco parece tan seguro de ella.

Shouto le pregunta varias veces por ella.

«Alguien escribió que hay un ritual para alejar a los Grandes Males», responde Katsuki. Pasa días con Izuku discutiendo el asunto y Shouto siente que lo están dejando fuera. También a Eijiro. Por alguna razón, supone que esa es la forma en la que Izuku y Katsuki racionalizan el proteger a otros. No los hacen partícipes de todos sus pensamientos hasta que están seguro de ellos. Shouto sabe que tampoco les guardan secretos, sólo esperan el momento adecuado.

(Es complicado, en realidad).

El jardín de la torre está completamente adornado para el festival. Varías chicas y chicos —especialmente los más jóvenes— llevan complicadas coronas de sobres sobre sus sombreros. Shouto se fija en los arbustos y sus complicadas formas. Siente una mano en sus hombros.

—¿Te gustan? —Es Eijiro.

—Se ven... bien.

Objetivamente, sabe identificar aquello que es hermoso, pero no tuvo tutores de arte, como sus hermanos. Su padre consideró que no era necesario instruirlo en las artes, si su magia podía ser aprovechada con fines bélicos.

De todos modos, Fuyumi le había enseñado a hacer flores. «Como las que hace mamá, flores de hielo». Fuyumi escuchaba al agua, a su magia. Pero tan poco que ningún mago lo consideró suficiente como para convertirla en aprendiz. Touya sí había sido mago. Mago de fuego, como su padre. Había desaparecido muchos antes, antes incluso de poder convertirse en aprendiz de mago.

—No sé... No sé si estéticamente tiene algo... pero... se ven bien.

Eijiro sonríe.

—Eso es bueno. —Se queda mirándolo—. Estás nerviosa.

—¿Me culpas?

Eijiro niega con la cabeza. Parece que va a decir algo, pero sus labios nunca llegan a abrirse. Katsuki aparece detrás de ellos.

—Si dejan de admirar los malditos arbustos...

—¡Katsuki, yo los hice! —se queja Eijiro.

—... podrían escucharme. —Bufa y hace una pausa, para dedicarle una mirada de soslayo a los arbutos—. Sí son bonitos —concede y Eijiro sonríe como si le hubiera dicho que son lo más hermoso del mundo. Supone que, tratándose de Katsuki, lo que dijo es equivalente.

—¿Qué quieres? —pregunta Shouto.

—Advertirles.

—No nos has dicho nada en días. ¡Días, Katsuki! —se queja Shouto.

—He estado ocupado. —Gruñe.

—¿En la biblioteca todas las horas que no dejas que te ayude con los círculos en el suelo? —pregunta Shouto—. ¿La biblioteca accedió a mostrarte libros raros o antiguos que no le muestra a nadie más?

Katsuki bufa de nuevo.

—Te lo estuve diciendo todo este tiempo, pero supongo que era demasiado sutil para lo denso que eres. —Hace que Shouto se dé la vuelta. Hay círculos mágicos con algunos encantamientos para animar la noche, usualmente luces o pirotecnia, en todo el piso que rodea a la torre. Eijiro también se da la vuelta confunido—. Mira el sueño, Shouto. Antes de que llegue todo el mundo. Busca los círculos que dibujé yo. Los que dibujaste conmigo. Fíjate en ellos. Realmente fíjate en ellos, idiota. —Voltea a Eijiro—. Y tú también. La magia lo explica mejor que yo.

Malos Presagios [Kiritodobakudeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora