XV. La magia no tiene fronteras

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You heard the crickets of the early eve
They lurk around the opening in twos and threes
Clementine told you not to move with the breeze
I'll take you down to places where we dare not speak

Good Intent, Kimbra

Izuku bebe la poción. Lo último que ve es la mirada preocupada de Kacchan, con el ceño fruncido, fingiendo estar de mal humor.

Es, en cierto modo, adorable.

Kacchan nunca quiere que sepan cuando está preocupado.

Izuku no tiene tiempo de pensar más, porque el recuerdo lo envuelve.

Lo primero es la oscuridad y el aire frío. Sabe que está sentado en alguna parte, con la espalda apoyada en el respaldo de una silla, pero no puede moverse. Tiene las manos a la espalda. Y algo en la boca. Tela.

«Respira hondo, Izuku».

El problema de ver los recuerdos es que no puede controlar ninguna de sus acciones. El recuerdo es de Kacchan, así que sólo lo puede ver a partir de los sentidos de Kacchan. Su olfato, que sólo siente tierra y mugre. Sus ojos, tapados con algo. Su tacto. Su oído. No tarda en oír pasos.

—Dabi, quítale la venda de los ojos. De todos modos no puede hacer magia.

Ah. Tomura Shigaraki.

Una vez Izuku se encontró con él bosque. Shigaraki lo emboscó y le puso la mano en el cuello, donde dibujó una maldición.

«Si te mueves, la activo poniendo todos mis dedos sobre ella; si escuchas atentamente, no te haré nada y la borraré al terminar».

Sólo le quedaron fuerzas para asentir.

Izuku —o Kacchan, porque todos sus sentidos están en el pasado de Kacchan— siente una mano en el cuello e intenta moverse, incómodo. No puede.

—Si haces algo —dice otra voz, una que no conoce—, te arrepentirás.

Y entonces la venda cae.

Primero queda deslumbrado, porque hay una fogata justo enfrente de él. Izuku imagina a Kacchan pensando en planes de escape al ver el fuego tan cerca. No puede saber exactamente en qué estaba pensando —después de todos, los recuerdos terminan a veces por difuminarse y algunas sensaciones se sienten más que otras—, pero lo supone. Lo conoce lo suficiente.

Cuando Kacchan desapareció la primera vez, Izuku había huído de la torre con Eijiro y Todoroki. También Momo había ido. La habían convencido de ayudar porque la maga de aire era la mejor conjurando todo tipo de objetos sencillos. También Tenya se había unido al final. El mago de aire dijo que sólo iba porque quería asegurarse de que no les ocurriera nada.

Arriesgaron perder su estatus como aprendices por rescatar a Katsuki.

Recuerda su desesperación.

Todavía se pregunta qué pensó Katsuki entonces los dos días que estuvo en manos de El Nigromante y su grupo.

Solía pensar que Shigaraki era malo sin razón. Pero tiene la historia de Nana Shimura zumbando en su mente y, cuando fija su mirada en él —puesto que es lo primero que ve—, intenta buscar los rasgos de la Gran Archimaga.

Pero no hay nada.

Tomura Shigaraki tiene el cabello claro, de un azul grisáceo que no parece natural. Una cicatriz en el labio, una cicatriz en un ojo. Toda su piel está reseca. No parece haber nada de Nana Shimura en él.

Ni una sonrisa. Ni la mirada amable.

Lo más asqueroso de su aspecto son las manos. En sus brazos, en su cuello, en su cabeza, en su rostro. Manos de cadáveres, congeladas en el tiempo.

Malos Presagios [Kiritodobakudeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora