14. 𝔖𝔞𝔫 𝔓𝔬𝔱𝔱𝔢𝔯.

251 53 3
                                    

Las clases transcurrieron con normalidad después de nuestra reunión en la oficina de McGonagall; la pobre mujer se vio obligada a inventarle un convincente sermón a Draco sobre lo que el Ministerio esperaba conseguir de Hogwarts para retomar las riendas en el mundo mágico.

Estuve distraída, dándole vueltas al asunto, pero no al grado de descuidar mi profesión. Para la hora de la comida, me deshice de todo recuerdo que pudiese alcanzar Draco si en algún momento bajaba la guardia; porque el mago no era tonto, ya tenía sus sospechas.

Lo encontré sentado a las orillas del lago, me acerqué por su espalda y cubrí sus ojos. —¿Truco o travesura?

—Faltan más de tres semanas para poder aplicar esa pregunta —comentó, tomando mis manos con las suyas, sonriendo—, ¿Tienes hambre?

Despejó su vista, señalando la canasta a su lado. —¡Draco Malfoy! ¿Cocinaste eso para mí?

—¿Haría alguna diferencia si admito que lo robé del Gran Comedor? —indagó en medio de una apenada sonrisa.

No pude evitar reír por su expresión. Nunca imaginé que podría llegar a lucir tan tierno.

—Bien, la intención es la que cuenta. ¿No?

Le dediqué una mirada llena de diversión al recordar nuestra visita al Bosque de Dean apenas unos meses atrás, en la que Draco se negaba a arruinar su carísima vestimenta por sentarse en el suelo. Ahora, sentado junto a mí, disfrutando de la tarde, no parecía importarle en lo absoluto.

Metimos la mano a la cesta al mismo tiempo, cruzando miradas.

—¿Cómo estuvo tu día?

Actué mi mejor expresión meditativa. —Le resté 50 puntos a Slytherin por no saber transformar un pequeño ratón, así que, supongo que es una maravilla.

Draco puso los ojos en blanco, mordiéndose el interior de su mejilla al mismo tiempo que negaba y su cabello le caía sobre la frente, casi hasta los ojos. El impulso de retirarlo fue tan natural, que no procesé la acción hasta que ya la había realizado; Draco recargó su mejilla contra la palma de mi mano, suspirando mientras cerraba los ojos.

—¿Qué planes tienes para navidad? —aventuró de repente.

Levanté los hombros. —Todavía no lo sé.

—Pasemos la navidad juntos —propuso cautelosamente—. No tiene que ser con tu familia, ni con la mía. Sólo nosotros.

No pude responderle, porque su expresión cambió radicalmente en cuanto una sombra se cernió sobre nosotros y tuve que girar el rostro en la misma dirección que él, descubriendo a Harry con una sonrisa amable en sus labios.

—Malfoy —saludó, agitando la mano.

El rubio respondió en un tono seco. —San Potter.

—¡Hola! —chillé, levantándome de un salto— ¿Qué te trae por aquí?

Sus ojos me explicaron la situación en silencio. —Pasaba a saludar, ¿Tienes un momento? Seré breve.

—Iré a poner esto en su sitio —comentó Draco, sacudiéndose el polvo de su pantalón—, te veré para la cena.

Depositó un corto y rápido beso en mis labios, alejándose con paso decidido hasta perderse a lo lejos. Harry me dedicó una disculpa, pero le resté importancia, sabiendo que esto era mucho más importante; ya arreglaría las cosas con Draco durante la cena.

—Ya conseguimos lo necesario, así como la cooperación de Lucius —una expresión incrédula se adueñó de su rostro—. No tuvo objeción alguna en ceder su lugar a Prewett.

Sonreí. —Entonces conseguiré lo necesario antes del viernes —alcancé a percibir una interrogante rondando su cabeza—. ¿Sigues teniendo dudas?

—No es muy diferente a lo que Hermione, Ron y yo hicimos para robar en Gringotts —admitió—. Realmente creo que Draco merece descubrirse por sí mismo, sin tener que buscar la satisfacción de Lucius y, aunque no quisiera admitirlo, no merece sufrir por asuntos de su padre.

—Te veré el viernes en la oficina de aurores —agendé con tranquilidad—, a partir de ahí actuaremos conforme a la respuesta de Rookwook.

Acompañé a Harry hasta la entrada principal del castillo, despidiéndolo agitando una mano y arropándome con la capa al sentir una ráfaga de aire frío atravesándome. Me convencí de que todo saldría según el plan y Draco no tendría por qué averiguarlo; pronto todo quedaría en un mal recuerdo.

Giré sobre mis talones y me conduje hacia mi despacho, lista para planear el siguiente paso.

𝔗𝔯𝔞𝔦𝔡𝔬𝔯 𝔞 𝔩𝔞 𝔰𝔞𝔫𝔤𝔯𝔢 | 𝔇𝔯𝔞𝔠𝔬 𝔐𝔞𝔩𝔣𝔬𝔶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora