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【Cocina】

No es secreto que el asado es probablemente el plato que más rico le salga a cualquiera de las provincias, todos saben cocinar un gran asado, algunos más que otros, pero todos suelen defenderse con ese platillo que tanto aman.

¿Pero fuera de eso? Pocas son las provincias que realmente tienen permitido entrar en la cocina.

Algunos porque nunca les interesó aprender, aunque amen sus platillos típicos. A otros simplemente les da paja cocinar. Y algunos realmente son un desastre en la cocina.

Formosa comenzó como una de las de este último grupo. La primera vez que intentó cocinar unas milanesas fritas casi quemó toda su cocina, dejándola con un par de quemaduras leves, un temor bastante grande al fuego y la idea de que la cocina no era para ella.

Sin embargo, lo único que necesitaba la chica era un maestro que le enseñara. Y Paraguay, luego de que la joven formoseña le contara sobre aquel desastroso suceso, le propuso ser su maestro  cocinero.

Formosa no estaba muy segura, pero el país insistió que sería divertido. Y luego de prometerle (varias veces) que no dejaría que la chica volviera a quemarse, Formosa aceptó.

Las tardes en que el país vecino cruzaba el río para visitarla y enseñarle una nueva receta, muriendose de calor en la cocina de su casa con el horno prendido, pero siempre con teres al lado para mantenerse frescos, eran unos de los recuerdos que la formoseña más atesora hasta el día de hoy.

Y Paraguay demostró ser un gran maestro, ya que no sólo logró enseñar a Formosa lo básico, sino que también como preparar muchos de sus propios platillos casi a la perfección. Haciendo así que la chica pasara a ser la única responsable en su familia de preparar la sopa paraguaya para los asados y el vorí vorí en invierno. 

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Formosa, la argenta medio paraguayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora