~ 36 ~

71 10 7
                                    

【Invitación】

-Mosaaaaa, ¿cómo está mi hermanita linda? -.

-... Me voy a arrepentir de haberte atendido ¿no? -.

-Auch, me ofendes peque. ¿No puedo simplemente llamar para saber cómo andas? - y aún a través del teléfono, Formosa podía imaginar el puchero que su hermano estaría haciendo.

-Con los pies, ¿o ya se te olvidó? - respondió la chica con una sonrisa, riendo entre dientes ante el sonido de disgusto al otro lado de la línea. - Ya, ya... ¿qué se te ofrece, che? -.

-¿De casualidad estarás libre mañana a la noche? -.

-Depende de para qué - contestó frunciendo el ceño, aceptar de una podía ser peligroso cuando hablabas con el cordobés.

-Atenti, hermanita, que estoy a punto de invitarte a la mejor salida que tendrás en tu vida - le aseguró el chico, y hasta en la voz se notaba la gran sonrisa que debía de tener.

-Córdoba... mañana es martes. Se trabaja - se quejó la formoseña, soltando un largo suspiro - No voy a ir a tu casa para una joda -.

-¡Esa es la cosa pue! No va a ser aquí. Con lo' pibe' nos vamo' de paseo a un bar, ¡es noche de karaoke! -.

-Espera, ¿esa no es la misma noche en que terminaste re empedo y te peleaste con alguien y papá te tuvo que ir a buscar en una comisaría en Panamá? -.

-... En mi defensa, el patova se lo buscó esa noche. ¡Y no iríamos a ese bar! Sino a otro, muchísimo mejor. Milán me lo aseguró - la formoseña sacudió la cabeza aunque su hermano no pudiera verla. Ella conocía bien cómo podían terminar una de esas salidas de "Córdoba y los pibes".

-Ajá... Cordo, respondeme algo pue' ¿por qué esta repentina invitación para salir con tus amigos, eh? -.

- ... -.

-Papá no te deja ir sólo, ¿verdad? -.

-¡Lo cual es completamente injusto! porque haya cometido un pequeñísimo error.. - la chica suspiró, masajeandose el tabique de la nariz.

-Cárcel. En Panamá. Y no la primera vez - le recordó.

-Fue la primera en Panamá -.

-Dios, eres incorregible - dijo entre risas, la chica a pesar de todo le encantaba que el cordobés fuera así.

-Entonces ¿te sumas? -.

-No lo sé, Cordo... - y no es que no le atrajera la idea, porque sí lo hacía. Pero no quería llegar a meterse en problemas.

-Oh vamos, Mosa, por favor. Eres mi última esperanza, ya le he preguntado a todos y nadie puede ir -.

Auch.

-Gracias por tenerme en tanta consideración, che - dijo algo molesta.

-No seas culiada, sabes que no es lo que quise decir - respondió el otro tratando de excusarse.

-Nambrena, Córdoba -.

Ambos quedaron en silencio después de eso. Formosa maldijo en su cabeza y miró por la ventana de su habitación. Ese día tampoco la habían llamado de casa de gobierno, su gobernador parecía creer que no era necesario su presencia allí.

-Bueno, dale -.

-¿Eh? - contestó algo confundido, parecía que el cordobés se había perdido en sus propios pensamientos también.

-Que sí, te acompaño -.

-¿En serio? ¡¡Vamooo!! -.

-¡Pero! Con una condición - le cortó antes de que se emocionara demasiado.

-Lo que quieras, hermanita -.

-Vos pagas todo por los dos - dijo con una sonrisa ganadora.

-... La puta madre -.

-¿Querés o no que papá te deje ir? -.

-Agh, okay. Dale, sí. Yo pago - aceptó de mala gana pero sabiendo que era la única forma.

-Encantada de hacer negocios contigo, Cordo - canturreo con una gran sonrisa.

-Culiada - murmuró antes de despedirse, prometiéndole pasarle todos los datos de cómo y cuándo se iban.

La chica dejó el celular a un lado, recostándose de nuevo en su cama y mirando el techo con la vista perdida.

Quizás una salida no le haría mal, pensó.

Quizás le ayudaría a despejarse por un momento.

~꧁ ⋆ ꧂~

Formosa, la argenta medio paraguayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora