Formosa, la argenta medio paraguaya

~ 30.5 ~

【Estados Mexicanos - Pt. 2】

Sí, la había cagado.

Luego de casi una hora de caminata sin rumbo por las calles de la capital, la provincia norteña pudo calmarse y reflexionar sobre todo lo que había sucedido.

A pesar de lo que pudieran llegar a creer sobre ella, la formoseña podía reconocer sus errores y admitía que sí se había mandado una grande al atacar al estado extranjero de aquella manera.

¿Fue por una causa justa? Sí. No pensaba retractarse de eso. ¿Podría haberlo manejado de mejor manera? Probablemente.

Pero de nada le servía a ella hacerse la cabeza con eso ahora, no cuando podía invertir ese esfuerzo en buscar cómo solucionar la situación.

Primero lo primero, se dijo a sí misma, tenía que pedir disculpas. Y luego vería cómo convencer a los mexicanos para que no le declararan la guerra.

Más decidida y con un objetivo en mente, se dirigió a la embajada mexicana, esperando que allí pudieran decirle dónde se encontraban hospedados todos los estados y el país. La embajada no tuvo problemas en proporcionarle la dirección del hotel, y la joven provincia agradeció que no se encontrara muy lejos de allí. Tomando rumbo hacia el lugar, se le ocurrió la idea de comprar unos alfajores al pasar frente a un kiosko.

¿Quizás con unos alfajores lograba hacer que no la odiaran tanto?

Soltando un largo suspiro, entregó la mitad de su vida para conseguir un alfajor para cada estado. Ahora estaba pobre, pero todo sea para conseguir la paz entre las naciones. (Y que su padre no la castigara de por vida).

Al llegar frente al hotel, los nervios comenzaron a invadirla y es que luego de cómo había terminado la cosa en la Casa Rosada, no sabía si realmente sería bien recibida por los mexicanos. Quizás, y hasta lo empeoraba más...

-Ay, ¡ya! Solo entrá de una vez - trató de animarse a sí misma y tomando fuerzas, empujó la puerta de vidrio del elegante hotel.

La recepcionista que la atendió no estaba tan dispuesta a dar el número de las habitaciones de sus huéspedes en un principio, pero cambió de actitud cuando la provincia le aclaró que se trataba de un tema político y quién era ella. Obviando el hecho de que al parecer la recepcionista no parecía reconocer las banderas de su propio país, la formoseña se sintió mucho más aliviada cuando ya estaba en el ascensor subiendo hacia el piso que le habían indicado.

Al parecer habían dejado el último piso exclusivamente para todos los mexicanos, lo cual le facilitaba un poco la búsqueda. Pero tan pronto entró al largo pasillo sus nervios volvieron a aparecer. La recepcionista no había sabido indicarle en qué pieza había ido a parar cada estado, por lo que tendría que ir a preguntar al primero con quien se encontrara.

Decidiendo dejarlo al azar, se acercó a la primera puerta que encontró y se quedó parada frente a ella. Se prometió que a la cuenta de tres iba a tocar pero antes de que pudiera levantar la mano, la puerta se abrió de golpe y casi se la lleva por delante si no fuera porque reaccionó a tiempo y logró retroceder.

-Ay, disculpe señorita. No sabía... Espera, ¿tú? - la formoseña reconoció al estado al ver aquel escudo, había sido quien la sujetó para evitar que pudiera golpear de nuevo a Edomex. Genial.

-Eh, sí. Yo, Formosa, un gusto - saludó la chica riendo algo incómoda, al haberse tenido que encontrar justamente con uno de los estados con los que se peleó. El más alto parecía extrañado de verla allí y antes de que pudiera hablar, la formoseña prosiguió - Che, mirá, yo sé que me mandé alta macana hoy con ustedes y por eso vine a disculparme con vos y tu hermano, bueno, con todos en realidad. Pero principalmente, ¿Edomex, era? Creo, son algo difícil de diferenciar y la verdad es que no llegué a conocerlos a todos pero eh... Bueno, eso, disculparme y si me ayudas a encontrar a tu hermano te lo re mil agradecería, chamigo, porque estoy algo perdida -.