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【Catarsis】

Formosa no pudo parar de llorar.

Cuando Argentina y Buenos Aires finalmente llegaron a la casa, se encontraron con una provincia aún en medio de un ataque de llanto y a una capital totalmente desesperada por no saber qué sucedía con su hermana. Entre los tres intentaron calmarla, pero no parecía haber caso. La chica no respondía a ninguna pregunta que se le hacía y parecía sólo encerrarse cada vez más y más en sí misma.

Argentina decidió llevarla a su habitación al ver que no iban a obtener ningún resultado allí, y cargándola como a una niña, subió las escaleras hasta llevarla al cuarto que solía usar cada vez que venía de visita. Al llegar no la soltó, simplemente se acomodó en la cama junto con ella y la sostuvo entre sus brazos mientras dejaba que la chica siguiera sollozando.

Le dejaba caricias en sus cabellos y besaba su frente de tanto en tanto, abrazándola con más fuerza cuando parecía que los ataques de llanto se ponían peor.

Argentina no sabía cuánto tiempo había pasado, para él había sido eterno, pero eventualmente los sollozos se fueron calmando hasta que ya no pudo escucharlos, y cuando bajó la mirada vio que su provincia se había quedado finalmente dormida.

Con mucho cuidado la acomodó en la cama, arropándola y limpiando los restos de lágrimas que aún parecían caer. Se quedó ahí unos segundos observándola, notando por primera vez las pequeñas ojeras que parecía tener y se preguntó desde cuándo su hija no estaba durmiendo bien. Dejando un último beso en sus cabellos, salió de la habitación en silencio, dejándola descansar por el momento.

Al bajar, vio que tanto su provincia como su capital se habían movido a la cocina. Baires se encontraba terminando de lavar los platos en silencio, mientras que CABA parecía absorto en sus propios pensamientos, sentado en la pequeña mesa de la cocina con su mirada perdida en la nada. Argentina notó el plato con comida sobre la mesa, probablemente para él, pero lo ignoró; no tenía hambre en ese momento.

-Se quedó dormida - anunció finalmente, llamando la atención de los otros dos que se giraron rápidamente a verlo.

Baires soltó un suspiro, algo aliviado por la noticia pero pudo ver cómo el mayor no despegaba su mirada de CABA. La capital trató de encogerse en su asiento al observar la mirada asesina que le lanzaba su país.

-Ahora, CABA. Quiero que me expliques qué mierda pasó -.

⋯ ⋄ ⋯

Fueron los rayos del sol sobre su rostro lo que la despertó al día siguiente. Formosa soltó un pequeño quejido, molesta por haber sido despertada y se escondió debajo de las sábanas, tratando de huir de la mañana. La cabeza le dolía de sobremanera y sentía los ojos completamente hinchados, aunque no entendía el porqué.

Intentó volver a dormir pero los recuerdos del día anterior comenzaron a venir a ella, privandola de todo el sueño que aún le quedaba. Se levantó de la almohada de golpe, empeorando el dolor en su cabeza y soltó un pequeño quejido, agarrándose la frente mientras que las imágenes de la noche anterior pasaban como película por su cabeza.

¿Cómo había llegado a la cama? Lo último que recordaba había sido estar llorando sin parar con CABA en la sala y luego...

Argentina y Buenos Aires habían llegado. Argentina la cargó hasta la habitación. Se quedó con ella hasta que terminó dormida.

-Ay no. No no no, mierda. ¡Mierda! - murmuró para sí viendo con temor toda la habitación.

Ayer había perdido todo el control y en frente de su padre encima.

Formosa, la argenta medio paraguayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora