La obra Maestra

237 21 48
                                    

Marinette

Desperté en la habitación del hotel completamente mareada y  desnuda.
A mi lado estaban dos chicos ahogados en licor que dormitaban también.

- Que espanto.

Salí a gatas de la cama y corte unas líneas para bajarme la borrachera lo antes posible.
Tomé mi vestido, mis tacones y salí de la habitación a la sala.

- ¿Te divertiste, mi amor?

Nathaniel estaba tan pulcro y fresco como una ensalada y sonreía al verme.

"Es hermoso"

- Si, supongo que si.

- Si, apuesto que ellos también.
¿Nos vamos?

Preguntó mientras me cubrían con mi abrigo y acomodaba mi pelo con sus dedos.

- Si, quiero una ducha.

Al llegar a nuestro departamento, me desnude dejando un camino y me metí a la regadera sin importarme si estaba fría el agua.

Solo quería quitarme el olor a humo, fluido y licor.

- Pediré de desayunar ¿Quieres algo en especial?

- Solo un café.

Respondi mientras me secaba y me miraba al espejo.

Había perdidos mucho peso en estas dos semanas y mi largo cabello ya no estaba más pero, eso lejos de afectar mi imagen, parecía faborecerme.
No había club en ningúna de las ciudades cocinadas, donde no saliera acompañada de almenos una persona y varios números en mi móvil.

Me sentía satisfecha con mi libertad sexual y también afortunada de haber encontrado a alguien como Nathaniel quien me aceptaba tal y como quería ser.

"porque sí es así como quiero ser ¿no?"

Mientras me secaba en cuerpo , note que tenía algunas marcas de mordidas y chupetones además de rasguños.
Debía ser mas cuidadosa, ya que Nathaniel odiaba que mi piel volviera con marcas, era lo único que parecía molestarlo así que las cubrí con maquillaje y salí desnuda del baño.

- Lista y fresca. ¿Llegó mi café?

Nathaniel me miró sonriendo y me puso el vaso en las manos mientras se quitaba el saco y la corbata frente a mi.

- Pedí un poco de comida griega pero antes quiero el postre.

Sorbi mi café y enseguida lo dejé a un lado para terminar de desnudar a mi chico.

Èl había aprendido cómo tocarme para encenderme de inmediato y antes de quitarle la última prenda, yo ya estaba completamente mojada y lista para recibirlo.

- Eres deliciosa Marinette

Lo repetía mientras apretaba mis nalga y me ponía a gatas en el sofá.

- ayer lucias tan sexy con ese vestido que por poco y te arrebató de esos dos tipos para ser yo quien te montara toda la noche.

- Habría sido muy alargador pero, estaría molesta y tu no estarías tan exitado.

Sentí su miembro acomodandose en mi entrada y sus manos sujetándose mi cintura.

- Pero ahora el molesto soy yo y me toca castigarte.

De una sola escocada entro en mi y llegó hasta mi fondo haciéndome gritar por la mezcla de dolor y placer.
Era una de esas mañana en las que sexualmente me castigaba por hacerlo desearme demasiado y encelarlo también de mas.

El chico de UberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora