*Capítulo 7*

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-¿De pana hiciste eso? –Jungkook asintió- Nojodas...

-Enserio... –Sacó la paleta de sus labios para así poder hablar mejor- ¿Crees que iba a dejarla allí? De bolas que me subí a agarrarla.

-Te pasas, Jungkook. De niño fuiste un ser muy estúpido –Chupé mi paleta de helado, para luego raspar la superficie del envase de lo que antes estaba lleno de vainilla. Alcé ambas cejas, observándolo manejar- Y de adulto eres aún más.

Jungkook sonrió.

-¿Por qué? ¿Por perderte?

Obvio.

-Eso... y entre otras cosas.

Luego de que compráramos las diez empandas. Bueno, Jungkook, no yo. Terminamos comiendo dentro del carro porque él, tampoco yo, no quería sentarse a fuera a comer. O sea, del tremendo calor al aire acondicionado del carro, ustedes me dirán.

Al final si terminó comiéndose las siete empandas él solo. Yo me llené con tres. Y ahora estamos comiendo helado. Yo con los pies en el asiento, importándome poco las tres veces que Jungkook me dijo que los bajara porque estaba ensuciando el asiento.

No fue a su cuarta protesta que me hizo quitarme los zapatos y quedarme en medias. Que para mi suerte, no olía mal.

-Me parece una estrategia muy inteligente –Admití, no podía negarlo. Qué Jungkook quiera poner los cables de electricidad dentro de los postes de conexión y pasarlos por debajo de la tierra para que no estén en el aire siendo un peligro para cualquiera. Era algo realmente sorprendente. A mí nunca se me fuese ocurrido. Y ¿Saben cómo se le vino la idea a la mente? Porque de niño solía volar papagayo y en un descuido se le atoró entre los cables de su vecindario. No quería que ningún infante pasara por la tristeza que él sintió en ese momento. Claro que siendo él Jeon Jungkook, se subió al poste e intentó bajar su papagayo. Era algo obvio de él, y antes de que me lo admitiera, ya lo sabía- Muchos niños te harán una estatua por tu generosidad.

-¿Really? –Preguntó burlón, haciéndome reír.

-Really.

La calma reinaba en el interior del carro. Eran alrededor de las dos de la tarde y el día era tan fresco como la comodidad que me abrazaba. Otra vez, Jungkook había bajado los vidrios dejando que el aire nos golpeara al estar con alta velocidad sobre la desalojada carretera. Estábamos de regreso a la fundación, él tendría que volver a sus asuntos y yo estaría allí con él, persiguiéndolo de un lado a otro por si necesitaba mi ayuda.

¿En qué le puedo ayudar yo? En nada. Pero ya estaba aceptando que así iba a ser el día. Y no pensaba malgastar mis fuerzas en intentar hacer lo contrario. Porque me daba flojera.

Estaba empezando a cansarme discutir con él todos los días. No vendría mal dejarme llevar de vez en cuando. Así, como ahora. Siendo los dos seres humanos normales y comportándonos como viejos amigos. Aun cuando sabíamos que no éramos viejos amigos.

No sé qué éramos, en realidad. Tampoco lo que fuimos.

"Profesor..."

"Dime..."

"¿Usted es casado?"

*

-O ¿Salé con alguien? –Jungkook no respondía y eso me preocupó, creyendo que tal vez se había molestado conmigo.

Subí la cabeza y lo miré a la cara. Él estaba viéndome, con una sonrisa torcida y una mirada divertida.

-No recuerdo que fueras tan curiosa.

El director JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora