*Capítulo 4*

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Terminé de echarme mi última capa de rímel, haciendo que mis pestañas sean más largas y gruesas que antes. Con el tiempo había aprendido a maquillarme, practicando y practicando hasta que logré hacerme un buen maquillaje nocturno para esta noche. Y lo admito, me veía espectacularmente bella.

Todo a base de tutoriales de YouTube, señoras y señores.

La única obsesión que tenía era con mis cejas, me esforzaba por dejarlas lo más simétricas y perfectas posibles hasta sentirme satisfecha o convencida del resultado. Como ahora.

Hice resaltar las ondas de mi cabello y lo dejé suelto. Al final me dio flojera ir a la peluquería y opte por dejarlo natural. Tampoco es para ir y darle infartos a todo el mundo por mi belleza, sólo a Jungkook, eso sería más que suficiente.

Jungkook... pensando en se hombre.

El grandísimo hijo de su madre, llamado Jeon Jungkook, se había tomado el atrevimiento de enviarme un vestido de una de las tiendas más caras del país. Marguz. Y casi dejo caer la jeta al piso cuando abrí la caja dorada y observé tal vestido. Era uno sencillo, color blanco, largo y de mangas finas. Cualquiera en su sano juicio hubiese estado gustosa con ese regalo, lo usaría encantada y desfilaría con él en la fiesta de esta noche. Pero yo no. Porque no le daría el gusto al mamawebo ese.

Fui hasta una de las tiendas para devolverlo, entregándole la factura a la cajera y que le llegara el dinero a su dueño, pero adivinen que... Lo cambié por otro. Uno más precioso, de color rojo, que me pedía a gritos que lo sacara del mostrador. Yo... débil ante su llamado y olvidándome de mi dignidad, lo hice.

¿Por qué, Daniela? Porque soy retrasada, y en lugar de hacer las cosas decentemente y devolverlo, lo cambié por otro.

No me arrepiento, quizás lo haga después, pero no ahora. Joder, me quedaba preciosísimo.

Era descubierto en V por delante y por detrás, así que me fui obligada a no usar sostén y dejar que mis pezones se noten ante la tela del vestido. ¿Qué puedo hacer yo? Las circunstancias me lo piden.

Tenía encaje por los bordes del pecho y en la falda. Me llagaba por los muslos y se pegaba muy bien a mi silueta, dejándome lucir mis curvas. Era lindo, bastante lindo. Si no mataba a Jungkook con esto está noche... Pfff ¿Cómo qué no? Claro que sí. Lo iba a dejar tan babiaito que sería él quien me rogué en lugar de yo a él.

Terminé de abrocharme la cadena brillante que había comprado para la ocasión y me miré por última vez en el espejo. Estaba divina, súper divina. No será un collar de diamantes, pero si hace que me vea bien, y va perfectamente con el vestido.

Lo siento, lectoras. Me veo rikilikis.

La bocina de un coche se escuchó por la ventana y le dí una rápida revisión a mis cejas antes de salir del baño. Agarré mi bolso y metí las llaves junto mi monedero y un pequeño potecito de perfume que siempre cargo para salir. Las colonias de mujeres no duran mucho, así que tengo los minutos contados para cuando me tenga que echar otra porción del frasquito ese.

Volví a echarme otra miradita en el espejo grande de la sala. Diva, arrecha, reina. Y salí de la casa. Un carro fiesta de color negro estaba estacionado frente a la acera, con un hombre tan papacito esperándome para abrirme la puerta.

Y ¿Si me olvido de la fiesta y me saboreo aquí mismo a este hombre?

-Buenas noches... –Lo saludé, ignorando los pensamientos morbosos de mi cabeza que sólo me llevaban a caminos pecaminosos. El chofer me sonrió de vuelta, abriéndome la puerta del carro para que pudiera entrar. Affs... pero que lindo se ve. Era una pena que tenga que ir a esa estúpida fiesta, de otro modo, estaría teniendo un buen sexo aquí en los asientos traseros.

El director JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora