• 11; El secreto de un pequeño dios.

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Al abrir su ojos, solo pudo sentir como su mente le hacía marearse y como sus entrañas se revolvían a tal punto de levantarse apresuradamente para no terminar vomitando lo que fuese a vomitar.

Un par de manos de inmediato le habían tomado de los hombros para ayudarle a mantenerse sentado sobre...¿Sobre la cama?

Al alzar la mirada se encontró con la mirada verde de Harry que estaba llena de ojeras, se veía muy cansado, preocupado pero a la vez estaba demasiado animado de volver a verlo. Intento separarse pero su cuerpo temblaba ligeramente haciendo que estirara sus manos hacia la cubeta de agua que esté sostenía. Lo siguiente que hizo fue vomitar en ella, le dolía hacerlo porque no tenía nada en el estómago. Sin embargo, Harry aún así no se había apartado. Se había quedado a su lado, palmeando su espalda y apartándose algunos mechones de cabello de su rostro.

Entonces Draco se dió cuenta que su cabello estaba más crecido de lo normal, si antes solo quedaba el flequillo sobre su frente. Ahora le llegaba más abajo de las orejas.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó, no deseando saber la respuesta.

—Casi un año, han pasado exactamente once meses —le respondió el azabache.

Draco cerró sus ojos dejando salir un alarido de vergüenza e indignación.

—Hermione dijo que tú cuerpo se vio obligado a meterte en una etapa de reclusión, es algo que le pasa a los dioses cuando entran en un estado de shock —el muchacho le retiró la cubeta para dejarla a un lado, después sacó un pañuelo para limpiarle con cuidado la comisura de sus labios— no tienes que preocuparte, no ha pasado mucho. Solamente que la gente del pueblo pregunta constantemente por ti.

—¿Y por qué deberían preguntar por mi?

—Ellos no olvidan que salvaste su vida hace once meses, cuando supieron que vienes de los cielos entonces traen frutos todos los días. Están agradecidos de que un Dios haya escogido este reino —Harry apartó el pañuelo y se alejó, solamente para ponerse de pie y acercarse hacía el taburete.

Draco le siguió con la mirada, viendo que regresaba con un cuenco de comida.

—¿Sabías que iba a despertar hoy?

Pero el muchacho había negado antes de sentarse y acomodar las cosas para permitir que pudiera comer con tranquilidad.

—Todas las mañanas, tardes y noches siempre preparaba algo para ti con la esperanza de que ibas a despertar. Hoy fue un el día indicado —entonces tomó la cuchara de madera para tomar un poco de sopa y guiarlo a la boca ajena.

No tenía ánimos para ponerse a protestar, simplemente Draco dejó que le alimentara. Con el primer bocado su estómago había dolido debido a que volvía a alimentarse después de mucho tiempo.

Era un ser inmortal, podría sufrir de hambre y de sed, pero no moriría por eso.

A la última vez que lo recordaba, Harry no tenía un buen sazón con la comida porque siempre estaba acostumbrado a preparar lo más fácil o que terminarán yendo hacia el pueblo para gastar el dinero que Draco quisiera. Ahora su comida sabía diferente, era como su hubiese mejorado demasiado en esos meses de ausencia.

Comió en silencio, sintiéndose satisfecho después del segundo plato de sopa y de cojer las rodajas de manzana que este había ofrecido. También se sintió sediento pero Harry lo complació al servirle todos los vasos de agua que quisiera.

—En estos meses he estado saliendo de cacería, he mejorado demasiado en el ataque contra demonios e incluso he buscado indomables —murmuró el chico sin verle, y Draco se sintió incómodo— he trabajado mucho para seguir aumentando mi riqueza y darte lo que quieras. Incluso podría darte mi energía misma en este momento si te sientes débil, yo...

El pecado de un villano;  [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora