Enfermos 2/3

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Bruce: 34 años
Dick: 13 años
Jason: 12 años
Tim: 8 años
Damian: 4 años

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En un solo día, cuando sus hijos mayores se enfermaron y lo dejaron solo al cuidado de los menores, Bruce se dio cuenta de cuánto los necesitaba.

Tim estaba en la etapa de jugar con todo, correr, saltar, pintar, morder y, por supuesto, los malditos "¿Por qué?". ¡Dios, ese niño lo iba a matar! Lo descuidó dos minutos mientras corría hacia Damian, que casi rueda por las escaleras, y cuando regresó, el pequeño había desaparecido de su silla en la oficina.

Tomó a Damian en brazos y corrió a buscar a su tercer hijo. Revisó primero las habitaciones de los mayores; estos descansaban tranquilamente, ignorando que su padre había perdido a su pequeño hermanito.

No quería gritar, pero ya se estaba desesperando. Cuando iba hacia las cámaras de seguridad que había alrededor de la mansión, escuchó un chapuzón.

—Timmy —sonrió Damian.

Bruce lo sujetó con fuerza y corrió a toda la velocidad que le permitieron sus piernas hasta la piscina detrás de la mansión.

Allí vio al pequeño ahogándose.

—¡Tim! —gritó Bruce.

Dejó a Damian en el suelo, lo más lejos posible de la piscina, y se lanzó al agua. Agarró con fuerza al niño y lo sacó del agua, que estaba helada, por cierto. Tim tosió con fuerza y temblaba.

Su hijo menor los miraba asustado y, de inmediato, comenzó a llorar a todo pulmón. Bruce respiró hondo y, como pudo, tomó a ambos niños en brazos. Tim se estremeció al sentir las manos de su padre y la ropa empapada.

—Necesitan un baño de urgencia —dijo Bruce.

Caminó hacia su habitación y dejó a los pequeños en el baño. Damian sollozaba en silencio, tapándose la cara, mientras Tim se abrazaba a sí mismo. Ya se había desnudado, quedando solo en bóxers, esperando a que su padre viniera a regañarlo, porque sabía que había hecho una grande.

Dick siempre lo regañaba cuando se acercaba demasiado a la piscina, ya que aún no sabía nadar bien. A duras penas podía flotar, pero siempre cerca de una esquina. Ahora que su hermano mayor estaba enfermo, pensó que podía demostrarle que ya no era un bebé. Después de todo, Tim debía enseñarle a Damian a nadar, como Jason había tratado con él y como Dick lo había hecho con el pelirrojo. Era una tradición que había inaugurado Dick con la llegada de Jason.

Cuando alzó la vista, su padre estaba ahí, arropando a Damian. Tenía en sus manos un mameluco de panda para su hermanito y una pijama azul con un robot en la camisa para él. También traía sus toallas y las cosas de aseo de cada uno.

Bruce tomó en brazos a Tim y lo metió en la bañera con agua tibia. En silencio, comenzó a lavar su cabello. El niño tenía la cabeza gacha y cerraba los ojos con fuerza. Quería que su papá lo regañara, no le gustaba el silencio. Dick lo regañaba y después lo abrazaba. Jason, en cambio, era frío cuando se molestaba y lo regañaba con la mirada. Pero su padre solo permanecía en silencio.

Un silencio incómodo.

No quería alzar la vista y ver el enojo y la decepción en los ojos azules de su padre.

Bruce lo bañó rápido, lo secó, vistió y dejó arropado en su cama. Luego tomó al más pequeño, lo bañó, lo secó y lo vistió. Damian se acomodó en la cama y cerró los ojos, mientras Tim se levantó y caminó con tristeza hacia su habitación.

Los WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora