Enfermos 1/3

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Bruce: 34 años
Dick: 13 años
Jason: 11 años
Tim: 7 años
Damian: 4 años

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Alfred tuvo una emergencia familiar. Se había ido por una o dos semanas, preocupado por cómo cinco niños iban a vivir solos. Porque, por muchos doctorados que tuviera y por ser un héroe nocturno y parte de la Liga de la Justicia, para el británico, Bruce Wayne seguía siendo un niño, y un niño a cargo de otros cuatro solo podía significar...

Peligro.

Aun con preocupación, abordó un avión dirigiéndose a su tierra natal. Bruce y los niños habían ido a despedirlo en el aeropuerto. Damian y Tim habían llorado y casi corrieron tras él para impedir que se subiera al avión, diciendo que se iba a caer. Armaron una escena en la que su padre tuvo que reprender a los cuatro: a los dos menores por crear pánico entre los pasajeros, a Jason por haberles mostrado Destino Final 1 (donde un avión explota), y a Dick, que se había estado riendo durante toda la escenita.

Cuando llegaron a casa, Bruce tuvo que modificar su horario de sueño. Ya no podía salir todas las noches, así que habló con Kate, quien prometió ayudarlo para que pudiera regresar lo más pronto posible a la mansión y asegurarse de que los niños durmieran bien. También habló con Lucius sobre la empresa, ya que trabajaría solo medio tiempo.

Además, aumentó la seguridad y Alfred había dejado contratados a una chef y un chofer para las tardes, cuando los chicos salieran de la escuela.

Los tres primeros días fueron difíciles, pero todo se pudo manejar. La chef que había contratado era muy buena en lo que hacía, incluso sabía preparar platos de otros países, por lo que Jason le pidió que cada día cambiara el menú basándose en la gastronomía de diferentes lugares.

Damian y Tim lo habían llevado peor. Nunca estuvieron acostumbrados a estar con gente desconocida y mucho menos a pasar tanto tiempo sin su "abuelito". Todos los días hacían berrinches antes de ir a la escuela. Jason y Dick también extrañaban a Alfred, pero entendían que no podía estar, así que trataban de ayudar.

Pero Bruce sabía que esa racha de buena suerte no podía durar para siempre. Al cuarto día, Dick se levantó con fiebre y dolor de garganta, y Bruce se lamentó por no haber sido más atento. Había llegado tan cansado de la patrulla que no revisó bien la habitación de los pequeños, y ahora Richard tenía 38°C de temperatura por haber dejado la ventana abierta en la peor época del año: invierno.

Llamó a la doctora, quien solo le recetó un jarabe y descanso. La chef preparó sopa y Bruce decidió llamar a Lucius para avisarle que ese día estaría ausente en la oficina por motivos domésticos.

Preocupado, no sabía qué más hacer. La fiebre de Dick no disminuía y, cuando ya eran casi las doce, recibió una llamada de la Academia de Gotham dándole su segunda mala noticia del día.

—¿Hablo con el señor Wayne? —escuchó la voz preocupada y amable de una mujer.

—Sí, con él habla. ¿Jason está bien? —No quería rodeos, sentía un malestar en el estómago.

—Su hijo Jason vomitó en la clase de gimnasia. La doctora ha dicho que solo está mal del estómago, pero debería ir a casa para descansar.

Bruce agradeció y aseguró que iría de inmediato. Corrió a tomar las llaves del auto.

—Dick, ya regreso. Jason está enfermo, voy a ir a recogerlo. ¿Puedes quedarte solo un rato? —Estaba preocupado. No le gustaba dejar solo al niño, pero este sonrió débilmente con un leve brillo de preocupación por su hermanito.

Los WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora