Los Wayne

Enfermos 3/3

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Bruce: 34 años
Dick: 13 años
Jason: 11 años
Tim: 7 años
Damian: 4 años

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Bruce estaba en su oficina organizando todo para una reunión. Por más que le rogó a Lucius que lo ayudara, este tuvo que negarse porque tenía una reunión de padres y debía asistir. Así que Bruce tuvo que asegurarse de que sus hijos estuvieran lo más entretenidos posible para que no lo molestaran durante las dos horas que duraría la dichosa reunión.

Pero, como siempre...
Las cosas no salen como uno quiere.

Tres minutos antes de comenzar, Tim entró corriendo, asustado, diciendo que Dick estaba sangrando por la nariz. Bruce supo que tenía dos minutos para ayudarlo. Corrió hacia su hijo, quien estaba completamente tranquilo, parado frente al lavabo con la cabeza gacha y presionando el puente de la nariz.

—Tranquilo, pa —habló con voz nasal—. Anda a la reunión.

Su padre le trajo pañitos húmedos y algodón. El niño agradeció y Bruce pudo regresar a la oficina. Al entrar, vio que los socios ya estaban conectados y exigían casi a gritos su presencia. Adoptó su rostro empresarial y caminó con elegancia.

La reunión iba bien, pero cuando estaban a la mitad, Damian y Tim entraron sin importarles que estuviera ocupado.

—Papi, estoy aburrido —habló Tim con un puchero, sosteniendo la mano de Damian.

—Yo también —se quejó el más pequeño.

Bruce apagó el micrófono.

—Niños, estoy ocupado. ¿Qué tal si van a ver televisión?

Ambos fruncieron el ceño, pero salieron. Sin embargo, menos de diez minutos después, Damian estaba de vuelta caminando... y, por acercarse muy rápido, se cayó de golpe.

—¡Damian! —gritó Bruce, provocando un respingo entre los socios, quienes vieron cómo el señor Wayne se levantaba solo para volver a su asiento con un infante llorando a todo pulmón.

—Damian, tranquilo, por favor —pedía en desesperación. Rápidamente apagó la cámara y el micrófono y fue a buscar a su hijo mayor, pero este estaba durmiendo. Quiso ir con Jason, pero estaba en la ducha, y el niño solía tardar una eternidad. Finalmente, fue por Tim... y casi se muere al verlo caminando sobre el barandal del balcón.

—¡Tim, bájate de ahí!

El niño, al verse descubierto, se asustó y tropezó, cayendo al vacío. Bruce, aún con Damian en brazos, no dudó en lanzarse con rapidez, atrapando a sus dos hijos con fuerza y aterrizando sobre su espalda. Y no fue un golpe suave.

Con dolor, se levantó y regresó a la reunión, mirando severamente a los pequeños, quienes agacharon la cabeza y se quedaron sentados en sus asientos.

Bruce se disculpó con los socios y continuó con la reunión. Mientras hablaban de las ventas en Sudamérica, uno de los socios notó una pequeña mata de cabello moverse junto a Bruce. Lo ignoró... hasta que vio una mano jalando la chaqueta del empresario.

—Damian, estoy ocupado. Anda con tu hermano —murmuró Bruce.

Los socios guardaron silencio mientras otro niño aparecía y se subía al escritorio, casi tirando los papeles.

—¿Quiere dejar la reunión para otro momento? —preguntó una mujer, molesta por la interrupción.

—Un momento —pidió Bruce, apagando todo.