DAMIAN

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Bruce: 31 años
Dick: 10 años
Jason: 8 años
Tim: 4 años
Damian: 5 meses

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Él no tenía nada parecido a una familia al inicio.

Damian conocía muy bien su historia familiar, al contrario de todos sus hermanos, él era hijo biológico de su padre. Tenía la sangre Wayne corriendo por sus venas, sin embargo también era consciente de su otra herencia sanguínea. Su sangre Al Ghul.

Él no había nacido en un nido de amor, su padre no sabía de su existencia, y su madre lo creó en un laboratorio, donde una vez al día en pocos minutos, su madre iba a su habitación y lo cuidaba, luego todo el día pasaba en brazos de los sirvientes.

Para sus cortos 5 meses, Damian no sabía lo que era un beso en la frente, una canción de cuna, ni una foto familiar. Solo había visto esas cosas desde la distancia, en los tiernos videos de Jon Kent o, más adelante, Connor Queen. Él nunca tuvo nada de eso.

No supo porque su madre lo había abandonado, lo que sí sabía es que un día, su madre lo tomó en brazos abordó un avión hacia Gotham y en las oscuras calles de Gotham encontró a Batman y lo entregó. Su padre había quedado en shock y no había creído en su linaje. Solo bastó una corta y oscura charla de cómo consiguió Damian nacer para que Bruce entendiera que lo mejor para el niño era estar lejos de su madre y abuelo.

—Damian Wayne Al Ghul— presentó su madre, el pequeño bulto se removió por el frío y sus ojos verdes captaron la capucha, el hombre se quedó en silencio mientras lo tomaba en brazos y lo mecía con suavidad, el bebé se rió encantado para luego alzar sus regordetas manos hacia la máscara.

Fue entonces cuando Thalia sonrió. No fue una sonrisa fría ni calculadora... sino una verdadera, una maternal. Bruce lo supo. Por un momento fugaz, ella quiso un futuro mejor para su hijo.

La mujer habló un poco más con Bruce, una conversación que su padre nunca compartió con él, pero que había hecho que los primeros años de Damian en Gotham, estuviera vigilado las 24 horas del día.

Cuando Bruce llegó de la patrulla pocas horas después de salir ocasionó un revoltijo de preocupaciones en todos los habitantes de la mansión. Alfred había bajado corriendo a la cueva, Jason lo siguió y Dick junto a Tim bajaron lento, pero con expresiones preocupadas. Nunca esperaron que cuando el batimóvil se aparcara, saliera el hombre en perfecto estado cargando un bulto de mantas negras.

—¿Maestro Bruce? — Alfred se había acercado primero e hizo una expresión de asombro al ver al pequeño bebé, que empezaba a moquear y lagrimear.

—¿Papá? — Dick sujetaba la mano de Tim y Jason estaba parado a su lado, los tres veían casi con horror al niño.

—se llama Damian Wayne— habló cuando por fin pudo poner sus pensamientos en orden. Caminando con lentitud para no asustar al niño se acercó hacia la camilla donde acostó al infante, que hizo un breve sonido de inconformidad por ser abandonado del calor.

—iré por mantas, llamaré a la señorita Kate para que nos ayude comprando leche— Alfred salió de la cueva con la misma rapidez y elegancia de siempre, dejando unos momentos solos a los niños y el hombre, para ese momento Bruce ya se había quitado la capucha y por fin los ojos azules se reflejaron en los ojos verdes, el bebé se quedó en silencio, y como si entendiera quién era el hombre trató de sonreír y balbucear.

Bruce acercó con lentitud y miedo una de sus manos al rostro, tocó suavemente sus mejillas y nariz, y casi se le salió una risa cuando el niño esquivó el dedo y trató de chuparlo. Seguía balbuceando mientras observaba todo a su alrededor.

Los WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora