Plataforma 9 ¾

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  Ya es 1 de septiembre. Albus no cerró un ojo en toda la noche pensando en el día que se venía por delante. Sus preocupaciones seguían, pero prefería alejar esos pensamientos por ahora.

     Al ver que comenzaba a iluminarse su habitación, decidió levantarse inmediatamente para preparar sus cosas, ordenó sus libros, su uniforme y su nueva varita, la cual era de madera de Nogal y media 27 centímetros.

     Una hora más tarde, cuando ya no sabía de qué otra forma ordenar su maleta, escuchó como su familia comenzaba a despertarse. Un rato después, sintió que alguien tocaba a su puerta:

—Albus, ¿estás despierto?— dijo su padre, abriendo lentamente.

—Ya estoy listo papá— contestó Albus.

  Harry encontró a su hijo sentado junto a su maleta en el suelo, mirándolo con una cara que demostraba claramente que no había podido dormir.

—Ven, con mamá te tenemos una sorpresa —continuó Harry.

     Albus, siguió a su padre por las escaleras hasta el primer piso. Ahí se encontraba su madre junto a una jaula, la cual en su interior tenía una lechuza de tonos cafés y unos grandes ojos amarillos.

—¡Una lechuza!—exclamó Albus sobresaltado, dirigiéndose rápidamente hacia la jaula, él siempre había querido una lechuza.

  Su padre recibió una, justo antes de entrar Hogwarts, Hedwig, la cual, como contaba en sus historias, se mantuvo siempre a su lado.

  Albus nunca había sido un niño tan expresivo, por lo que verlo emocionado, alegró mucho a sus padres, los cuales lo miraban felices.

—Gracias, mamá, gracias papá— dijo Albus, sin quitar los ojos de su lechuza.

—Una lechuza siempre debe llevar un buen nombre— dijo Harry, acercándose a su hijo.

Este se quedó pensativo un momento y luego exclamó —Figgs, creo que le queda bien—.

James, recién despertado, se asomó por la escalera, e impresionado por el regalo de su hermano, exclamó:

—¿Qué!? ¿Una lechuza?A mi solamente me dieron un suéter tejido por la abuela Molly—.

—Tu nunca has querido una lechuza, James —respondió Ginny.—Además, no se si eres lo suficientemente responsable para cuidar de un animal—.

—Tampoco pedí un suéter— siguió James provocativo.

—James, no critiques los suéteres de tu abuela—exclamó Harry— Mejor levántate, que sino vamos a llegar tarde—.

   James decidió no contestar y subir a su habitación a terminar su maleta; si sus padres supieran que todavía no está lista seguramente se molestarían.

      Él, claramente, es el desastre de la familia. Constantemente está rompiendo las reglas, por lo que más de una vez sus padres han recibido cartas de diferentes profesores de Hogwarts al respecto.

   Nadie puede negar que le hace honor a su nombre; James por su abuelo, James Potter y Sirius por el mejor amigo de este, Sirius Black. Dos grandes hombres con un gran afán por romper las reglas.
 
     Un rato después ya estaban todos los Potter, con sus maletas, listos para partir hacia King's Cross, la estación del Expreso de Hogwarts.

  Pero, un poco antes de partir, Ginny apareció con un paquete grande en sus manos y se lo entregó a James.

—No creas que nos hemos olvidado de ti—.

  James, rompió el envoltorio lo más rápido que pudo, y ante los ojos expectantes de sus hermanos, levantó emocionado su nueva escoba. Todavía sin poder creerlo, exclamó:

—¡Una Saeta de fuego 2000! Increíble , muchas gracias— y corrió a abrazar a sus padres.

—Como no están permitidas las escobas para los de primer año, decidimos esperar para darte tu regalo— dijo Harry con una sonrisa —Aún así, nunca debes menospreciar los suéteres de tu abuela—.

     James sin poder apartar los ojos de su nueva escoba, asintió feliz con su cabeza. Él siempre había sido un gran fanático del quidditch.

    Su más deseado sueño es estar en el equipo de Gryffindor, tal como su padre y su madre, y este año quiere intentar entrar, por lo que una escoba, tan buena como esa, le viene de maravilla.

    Luego de que James recibiera su escoba, y de que Ginny hiciera un recuento de las maletas, para que no se les olvidara nada, los Potter partieron hacia King's Cross.

                         •    •    •

   Ya en la plataforma 9 ¾, Albus comenzó a ponerse nervioso, todas sus preocupaciones volvieron a su cabeza, con aún más fuerza que antes.

    Mientras toda su familia caminaba rápidamente para encontrarse con los Weasley, Albus empezó a caminar más lento mientras su corazón se aceleraba, ya no quería ir a Hogwarts, no estaba listo.

  Harry, se dio cuenta de que Albus se estaba quedando atrás y notó cierta angustia en su rostro. Se dirigió hacia él—Albus ¿Te encuentras bien?—

—Si.. Em.. pues, la verdad no lo sé..— quedándose callado un momento..

—Papá ¿Qué pasa si no estoy listo?— respondió Albus con una voz preocupada.

—¿Listo?— contestó Harry — Nunca se puede estar listo para todo lo que se viene Albus. Estás a punto de comenzar un año, en el cual vas a vivir muchas nuevas experiencias, tanto buenas como malas. Nadie puede estar completamente preparado para algo así, pero no es necesario tener miedo al respecto. La vida siempre va a estar llena de desafíos, y al tiempo que vamos viviéndolos, vamos aprendiendo a superarlos, así es como funciona—.

—Pero, papá ¿Qué pasa si quedo en Slytherin?— exclamó Albus, sin poder aguantarse más.

Harry, por fin comprendiendo la gran preocupación de su hijo, se agachó junto a él:

—Albus Severus Potter, llevas el nombre de dos grandes magos. Uno de ellos, Severus Snape, era un mago de Slytherin y uno de los magos más valientes que he conocido. Mira, tanto Gryffindor, como Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin son casas impresionantes. Diferentes, claro,  pero capaces de formar grandes magos y brujas. Sea cual sea la casa en la que estés, llegarás a ser un gran mago Albus. Puede que no seas capaz de comprenderlo en este momento, pero con el tiempo vas a ir entendiendo. Además, por si no lo sabías, el sombrero seleccionador también considera lo que tú pienses al respecto—.

La última frase hizo que se le iluminara el rostro —¿Es enserio?— preguntó Albus, con una pequeña sonrisa.

—Si, lo es— respondió Harry—Ahora apuremos el paso, que ya queda poco para que parta el tren—.

  Padre e hijo comenzaron a caminar hacia donde se encontraban los Weasley con Ginny, James y Lily.  Cuando llegaron, solo fue necesario un intercambio de miradas entre Harry y Ginny para que esta comprendiera lo que había sucedido con Albus.

Un poco rato después, los chicos comenzaron a despedirse para subirse al tren.

—Todo saldrá bien— le susurró Harry a Albus.—ya verás—. Este le dirigió una tímida sonrisa a modo de respuesta.

   Ya arriba del tren, James, Albus y Rose, se despedían de sus padres y hermanos, viéndolos cada vez más pequeños desde la ventana a medida que esté avanzaba hacia Hogwarts.

Harry Potter y el legado malditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora