Capítulo Once

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Termino de guardar todo en mi casillero tratando de mantener el desorden en su lugar, una tarea complicada pero no imposible, creo. Tomo la ropa sudada del día y la meto a mi pequeña maleta.

- Gil, ya llegaron todos los resultados de los exámenes de RCP -comenta mi jefe- que no se le olvide a su equipo llevar mañana los certificados a la estación de bomberos -ay no- ¿No se le olvida señorita Gil?

Peor error de la vida: ordenarles a tus empleados que ya terminaron su turno un trabajo para el día siguiente. ¿Está viendo y no ve?, ni el uniforme uso en estos momentos, HA como si no lo pudiera mencionarlo mañana.

- Si, si, si claro, por supuesto -cierro mi casillero, tomando mi maleta de la banca- seguro, afirmativo -paso por su lado en dirección a la puerta de salida- claro como el mar.

Un peso cae de mis hombros al salir de la central, hasta el aire huele mejor estando afuera nada como sentirse libre de tu jefe. Eso me recuerda que mañana posiblemente vuelva a ver a Sebastián, solo espero que no. Después del numerito que todos hicimos no los he vuelto a ver y tampoco me dan ganas, jamás hubiera pensado que yo me metería en una situación como esa, por que digo, cuántas mujeres en este planeta pueden decir que vieron como dos MUY atractivos hombres se daban justo enfrente de tu cara, incluso hasta podía sentir el aire que generaban sus estocadas.

Como sea aplicare la vieja confiable "perdón es que esa noche tome mucho, no me acuerdo de nada", esa nunca falla, aunque en realidad no tome mucho, solo una botella y ni si quiera sé que paso con el Mezcal. Una cosa a la vez y por ahora solo quiero llegar a mi casa y dormir, ah sin olvidar lavar la ropa de esta maleta.

Reviso que no se me olvide nada, repaso mi lista mental, celular, llaves, cartera, maleta... mmh recuerdo que dejé una pequeña toalla para el sudor en la ambulancia, debería ir o solo debería olvidarla... agh me odio a mí misma, mi cerebro no me permitiría que me fuera sabiendo que dejé la maldita toalla justo ahí.

Regreso hasta la ambulancia y sin más abro la puerta trasera.

- ¡¿E-es enserio?!

Tanto Lucy como Lorenzo tratan de cubrir sus cuerpos desnudos utilizando las sabanas que utilizamos con los pacientes.

- No sean puercos, yo también me siento allí -les reclamo con una voz de niña fresa

Avergonzados por ser descubiertos en la movida, tratan de colocarse su ropa lo mejor que pueden cosa que resulta imposible ante mi mirada, pero como el alma piadosa que soy cierro la puerta para que terminen su cometido.

- HA y ya se me hacía raro que los dos estuvieran perdidos -les grito desde afuera de la ambulancia- ¡¿Algo más que me quieras enseñar!? -grito viendo hacía el cielo

Me olvido de la toalla y sigo mi camino hacía mi carro. La verdad ni se por qué me sorprendo, no me molesta que estén juntos ni nada, pero de perdida ¡avisen! o ¿fui yo la que no se dio cuenta?, porque últimamente parece que las cosas pasan en mis ojos y yo nomás no doy una.

Detengo mi caminar al notar la persona que me espera en la calle.

- ¿Estas bien? -pregunta Nicolás acercándose rápidamente a mí. No sé qué hacer, si lo ignoro pensará que es por la otra noche, pero si no, hablara sobre lo que paso la otra noche.

- Era puro pedo -digo en voz baja hablando hacía arriba

- ¿Dijiste algo? -me pregunta Nicolás

- No nada, hablaba sola -miento del todo- ¿pasa algo?, no me digas que tienes otra herida.

- No, por el momento no es eso. Eso solo que... quería verte

Escucho la vos de Lucy a lo lejos, por lo visto ya terminaron de cambiarse.

Llamado de EmergenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora