Capítulo Trece

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- ¡Al fin se acabó este día! -celebra Lucy.

Lorenzo termina de estacionar la ambulancia en la central y los dos tortolos bajan mientras que yo abro las puertas.

- Ey, ey, ey ¿a dónde van? -les digo- Tenemos que limpiar -les señalo con mi dedo todas las envolturas y papeles del equipo que abrimos hace unos momentos en el llamado.

- Oh vamos pequeña Isabel, -empieza Lucy- sabes que tú puedes hacerlo sola, además es poco solo son empaques y es todo.

Los veo a los dos sin hacer ningún gesto con mi rostro, esperando a que regresen y me ayuden, digo no soy mala compañera, pero los últimos minutos de trabajo antes de tu día de descanso existen para no hacer nada.

- Okay está bien, te ayudamos -se rinde- que amarguetas.

- Yo también los quiero. -les lanzo un beso a cada uno.

Lorenzo baja la camilla y comienza a cambiar las sabanas de arriba, mientras que yo recojo los empaques tirados.

- Ya vez, de perdida él si me ayuda, no como otras -le saco la lengua a Lucy.

- Iba a ir por el sanitizador -me voltea la cara y se va.

No lo voy a negar ambas somos iguales de flojas para ciertos casos, por eso nos llevamos tan bien.

Abro una bolsa especial para los desechos médicos, y voy depositando todo dentro de esta.

- Lorenzo -se acerca una compañera- el jefe te está esperando en su oficina, Lucy también fue para allá.

Oh oh, espero que no sea nada.

- ¿Yo también tengo que ir? -pregunto esperando que me diga que sí.

- No, tu no -responde rápidamente- puedes continuar con lo que haces.

Lorenzo y yo nos vemos temiendo que los hayan descubierto, lo cual sería malo para nosotros, el pasa saliva y se dirige a la central, es como si viera a alguien caminar a su muerte.

Desde que se fue no he dejado de caminar de un lado a otro, ya le he dado varias vueltas a la ambulancia, mis nervios están hasta el cielo, tengo que hacer algo hasta del estrés ya termine de limpiar todo. Al diablo yo quiero saber que pasa, meto la camilla que Lorenzo dejó afuera antes de ser llamado, cierro las puertas y corro a la central, verifico que nadie me vea y prosigo hasta el final del pasillo hasta la oficina del jefe, pego mi oreja a la puerta para ver si puedo escuchar algo atreves de ella pero no se escucha nada, no me queda de otra que abrir discretamente la puerta solo un poquito lo suficiente para poder oír lo que dicen, empujo un poco la puerta esperando que no haga ningún ruido, pero sigue sin escucharse nada así que trato de asomarme un poco, solo alcanzo a ver los zapatos de Lucy, así que si están aquí pero, ¿Por qué no hablan?

Siento un movimiento brusco jalándome y mi cuerpo por impulso se hace para delante terminando de abrir la puerta, aun así, no me suelto de la manija por nada.

- ¿Qué haces? -volteo hacía la voz que me habla.

- Ay Lucy, me asustas -la abrazo rápido- porque los llamaron, ¿los van a despedir? -la suelto.

- ¿Qué? -pregunta confundía- no, creo. Aún no sabemos el jefe salió por unos papeles y no ha regresado -me dice notablemente nerviosa mientras se continúa mordiendo las uñas- no creo que sea algo malo, creo. -miro que Lucy mira a Lorenzo constantemente. Eso en otro momento seria hasta adorable.

Escuchamos la voz del jefe por el pasillo hablando con la secretaria de la oficina.

Hay no.

- ¿Quieren que me quede? -les pregunto.

Llamado de EmergenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora