07.

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Aunque su cuerpo estaba sentado en aquel banco del Kirkwood, su mente estaba en un lugar totalmente diferente repitiendo las palabras de Caleb.

''¿Has visto a Aiden últimamente? Llevo casi una semana sin verle y no responde a mis llamadas... Pensé que quizás había ido a hablar contigo''

Apretó sus puños con algo de fuerza, todo esto le estaba preocupando demasiado. SI había algo que caracterizaba a Aiden es que nunca ignoraba una llamada por absurda que fuese, así que el hecho de que estuviese incomunicado no le daba buena espina.

Suspiró mirando al suelo. Su mente empezaba a pensar que todo era cosa del karma por no haberle contado lo que pasaba con el Sector Quinto, si lo hubiese hecho quizás ahora las cosas irían por un rumbo diferente.

''Si siguiésemos juntos, si nunca le hubiese alejado de mi...'' Aquellas palabras le torturaban sin cesar, la idea de que todo era su culpa era cada vez más fuerte y eso le atormentaba.

- Byron - Una mano sobre su hombro le hizo sobresaltarse.

- Ah, hola Jude... - El de ojos rojos se sentó a su lado observando a su amigo algo confuso.

- ¿Te pasa algo? Te ves muy nervioso - El rubio se encogió de hombros antes de sonreír.

- No te preocupes, estoy bien, solo estaba pensando en todo esto - Jude le miró con algo de desconfianza, pero optó por creerle.

- Sé que es algo bastante difícil, pero si no hacemos algo... - Los dos enmudecieron.

- Esos chicos volverán a sufrir esos malditos entrenamientos... - Cerró los puños con fuerza, la idea de que Laurel pudiese pasar por algo así le hacía hervir la sangre.

Cuando el entrenamiento terminó, ambos adultos volvieron cada uno a su respectiva casa. Mientras recorrían las calles, Laurel no dejaba de hablar con Byron totalmente emocionado, al parecer las cosas en la Resistencia iban mejor que nunca.

Aunque intentaba prestarle atención, la mente de Byron seguía pensando en Aiden. Odiaba no saber donde estaba, recordarlo siempre le daba ganas de salir corriendo y buscarle por todo Japón, pero sabía que sería en vano.

- Entra en casa Laurel, yo voy ahora - El peliazul le observó algo sorprendido antes de asentir y cumplir lo que Byron le había dicho.

Por su parte, el rubio se sentó en el escalón frente a la puerta y suspiró mirando al cielo. Necesitaba despejarse un poco después de un día tan duro, pero el sonido algo estridente de su móvil se lo impidió.

- ¿Hola? - Hubo unos segundos de silencio al otro lado.

- Hola Byron -  Todo pareció dejar de girar a su alrededor.

- ¿AIDEN? - Se levantó casi inconscientemente - ¿Dónde estás? 

- ¿Acaso te importa? - Aquella respuesta fría le dejó de piedra - Tu mismo me pediste que me alejase de ti y empezase de cero, ¿por qué me buscas ahora?

- ¿Que...? Aiden, ya no somos unos críos, dime dónde estás - Una pequeña risa resonó en el oído del rubio.

- Exactamente, ya no somos unos críos, ya puedo hacer lo que quiera sin tener que darte explicaciones - Byron estaba atónito, jamás le había escuchado hablar así.

- Por favor Aiden, hazme caso... Shawn, Caleb y los demás están muy preocupados por ti, no puedes seguir jugando a lo que sea que estés haciendo - El silencio hizo su aparición.

- Diles que estoy bien y ya está, que se olviden de mi, olvidaos todos de que existo... - Byron podía sentir la voz de Aiden algo rota.

- ¿Aiden, pasa algo? - Antes de que pudiese recibir una respuesta, el sonido que emitió el móvil indicó que la llamada se había terminado - Maldita sea...

Cuando entró en casa simplemente se sentó en el suelo apoyado en la pared, no lograba procesar todo lo que acababa de pasar. Por una parte, saber que Aiden estaba bien le aliviaba, pero por otra no tener idea de dónde estaba le angustiaba.

''Maldita sea Aiden, ¿ahora qué me ocultas tu a mi?''  Miró al suelo con los ojos cristalizados, no lograba entender nada, pero estaba seguro de que había gato encerrado.

- ¿Señor Love, pasa algo? - La voz del peliazul le trajo de vuelta a la realidad.

- Laurel... - Los dos se miraron durante unos segundos.

En el momento en que Byron se levantó pudo sentir los brazos del centrocampista rodearle con fuerza, ese pequeño gesto le sorprendió. Tardó unos segundos en corresponder, pero cuando lo hizo pudo sentir cómo el menor se tensaba levemente.

- Entrenador... - El rubio se preocupó al ver la expresión decaída del peliazul.

- ¿Estás bien? - El peliazul desvió la mirada - Sabes que puedes contarme lo que sea, tranquilo.

- Njord y yo lo sabemos todo - Ambos establecieron contacto visual - Nos hemos enterado de lo que está pasando con el Sector Quinto...

- ¿Que...? ¿Cómo sabéis eso? - El menor desvió la mirada al suelo.

- Lo hemos... investigado por nuestra cuenta. Lo siento - El rubio sonrió intentando tranquilizarlo.

- No tienes que disculparte, no pasa nada. Lo único que tenéis que procurar es no decírselo a nadie más, si la noticia sale a la luz todo se podría ir al traste - Laurel asintió todavía algo resentido.

En ese momento, escucharon unos leves golpes en la puerta principal. Se miraron entre ellos un tanto confusos antes de acercarse y abrir, ambos se sorprendieron al ver allí a Caleb, Shawn y Njord.

- Byron... - El rubio asintió dejando que los tres chicos entrasen en la casa - Supongo que Laurel te lo ha contado.

- Si... Por cierto Shawn, yo...he hablado con Aiden - El peligris sonrió con una tristeza más que notoria.

- Yo también lo he hecho... Estoy seguro de que algo pasa, pero nos lo está ocultando - El silencio reinó en la sala hasta que el móvil de Njord emitió un pequeño sonido.

- Laurel, mira esto - Los dos chicos observaban la pantalla del móvil bastante sorprendidos.

- ¿Qué os pasa, chicos? - Ambos miraron a Caleb.

- Entrenador, el capitán se ha ido al Santuario... - Aquellas palabras bastaron para sorprender a los tres adultos.

- ¡Ese idiota de Bai Long...! - Caleb salió corriendo de la casa bajo la mirada de los demás, Byron suspiró cansado.

''Si las cosas no se podían poner peor, esta es la guinda del pastel''

AMANECER ;; Inazuma Eleven ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora