Después de una semana, las cosas habían cambiado mucho.
En ese momento, todos estaban en un barco rumbo al Santuario. Aunque Caleb lo había intentado, no había logrado detener a Bai Long antes de que se fuese, el peliblanco era mucho más rápido de lo que pensaban.
Además de ir a por el chico, algunos de los demás habían aceptado ir para enfrentar por fin a lo que les estuviese esperando en aquella isla. Habían reunido las pistas suficientes para saber que todo giraba en torno al Santuario, así que aquel ''viaje de rescate'' era una oportunidad de oro.
A pesar de todo lo que estaba por venir, una sola persona ocupaba la mente de Byron: Aiden. Había estado mucho tiempo pensando en la posibilidad de que él estuviese allí, y la simple idea de que le hubiesen hecho algo hacía hervir su sangre.
De pronto, un pequeño golpe en su brazo le sacó de sus pensamientos centrando su mirada en el chico peliazul que estaba medio dormido sobre él. Aunque habían insistido mucho, algunos de los chicos habían insistido en ir, y en ese momento cinco de ellos estaban sobre el barco: Laurel, Njord, Arion, Víctor y Riccardo.
Cuando el barco llegó al pequeño puerto, todos bajaron examinando rápidamente el lugar a su alrededor. No parecía haber cambiado mucho desde la última vez que habían estado allí, así que intuían que lo que estuviese pasando se ceñía únicamente al edificio del Santuario, el resto de la isla parecía intacta.
- ¿¡Quiénes sois vosotros!? - Unos gritos alertaron a todos.
- Acabamos de llegar y ya nos han descubierto... - El murmuro de Caleb fue oído por todos.
- Tengo una idea, empezad a correr cuando yo lo indique - Todos miraron confusos a Byron.
EL rubio avanzó algunos pasos, todos los soldados que estaban allí se acercaron a él. Justo en ese momento, Byron chasqueó sus dedos dejando a todos lo soldados inmóviles.
- ¡Pues claro, la Hora Celestial! - Laurel observaba al mayor asombrado, jamás había visto esa supertécnica en la vida real, solo había escuchado hablar de ella.
- ¡Chicos, corred! - Todos asintieron antes de escapar e introducirse en el bosque, en cuanto Byron chasqueó los dedos de nuevo el tiempo volvió a fluir mientras los soldados miraban confusos en todas direcciones.
Cuando lograron estar fuera del campo visual de aquellas personas, todos se detuvieron para tratar de recuperar el aliento. El viento soplaba con bastante fuerza, eso si que no era normal.
- La isla está bastante...violenta hoy, es como si estuviese a la defensiva - En ese momento, Arion pareció recordar algo.
- Víctor, Riccardo, ¿y si Tezcat está detrás de esto? - Los dos chicos se miraron entre ellos, la idea de Arion no era tan alocada como parecía.
Todos siguieron caminando hasta que llegaron al puente que conectaba con el Santuario. Arion y Riccardo no pudieron evitar mirar a Víctor, aquel lugar era una parte de su pasado que no le gustaba mucho recordar.
- Vamos, chicos - Los tres asintieron antes de seguir a Mark y los demás.
Cuando entraron en el edificio, los numerosos golpes en las paredes les dieron la bienvenida al mismo tiempo que les confirmaban que alguien había usado las instalaciones después del partido contra Zero, todos recordaban que tras ese partido el edificio había sido arreglado por completo.
De pronto, los pasos de Víctor se detuvieron frente a una de las vitrinas que dejaban ver una de las salas de entrenamiento, el peliazul se veía bastante furioso y a la vez dolido.
- Tranquilo Víctor, no pienses sin pruebas - La mano de Axel se posó sobre su hombro intentando transmitirle calma.
- No entiendo nada, ¿qué pasa con esta sala? - Víctor suspiró bajando levemente la mirada.
- Esta sala fue diseñada única y especialmente para Guiverno Blanco... - Todos se acercaron viendo los numerosos golpes y grietas en las paredes.
- ¿Crees que Bai Long ha estado entrenando aquí? - La pregunta de Riccardo llamó la atención de Laurel y Njord.
- La verdad es que eso es justo lo que pienso - Los dos chicos dirigieron su mirada a la sala, pensar en que su capitán hubiese estado ahí recluido por culpa de su Espíritu Guerrero no les gustaba lo más mínimo.
Todos continuaron avanzando en silencio, Byron no dejaba de pensar en todo lo que estaba pasando. Sabía que ninguno de los jugadores profesionales sabía usar un Espíritu Guerrero, pero la idea de que hubiesen sometido a Aiden a uno de esos entrenamientos para intentar despertar el suyo le aterraba demasiado, la última vez habían comprobado que muchos imperiales terminaban con heridas bastante graves, algunos incluso perdían la capacidad de volver a jugar al fútbol.
Pronto llegaron al campo principal. Todos miraban en cualquier dirección buscando alguna pista o algo que indicase que había alguien, pero no tuvieron que continuar su búsqueda cuando escucharon unos pequeños aplausos.
- Veo que sois más listos de lo que pensaba - Aquella voz hizo que Axel frunciese levemente el ceño.
- Sal ya, Gyan - Dicho y hecho, el pelirrosa apareció con una sonrisa - ¿Dónde tienes al chico?
- ¿Hablas del Imperial Absoluto? - Rió con cierta burla - Si es lo que quieres puedes quedártelo, ya no lo necesito para nada.
En cuanto chasqueó los dedos, un hombre apareció tirando del brazo del peliblanco antes de empujarle con fuerza hacia Mark y los demás, estaba herido. En cuanto Bai Long tocó el suelo, Caleb y Víctor se acercaron a él mirando furiosos a Gyan.
- ¿Qué estás intentando hacer, Gyan? ¿Por qué quieres volver a formar el Sector Quinto? ¿Acaso quieres arriesgarte de nuevo? - El hombre sonrió levemente sin quitarle el ojo de encima a Axel.
- ¿De qué hablas? Esta vez no soy yo quien está en el poder - Aquella frase dejó muy confusos a todos - Yo solo estoy siguiendo órdenes de mi superior.
- ¿Tu...superior? - En ese momento, un ruido algo estridente hizo que todos se girasen hacia una de las puertas que se abrió.
A pesar de la oscuridad de ese pasillo, todos pudieron diferenciar dos sombras. La primera persona en salir fue Nae, Shawn y Byron la miraron de mala manera, pero fue la segunda persona la que sorprendió a todos.
- No puede ser...
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AMANECER ;; Inazuma Eleven ✓
FanfictionTodas las mañanas se despertaba al amanecer sintiendo la soledad y el frío que reinaban ahora en su cuarto. Sus pensamientos giraban en torno a aquel día tan horrible, ¿por qué habían cambiado tanto las cosas?