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Jungkook saltó del pequeño bordillo de la acera cuando llegó a la esquina con bonitas plantas, tratando de no chocar con ellas, girando para seguir con su camino, apresurándose en un suave trote, la mochila chocando contra su espalda y el cabello castaño ligeramente rizado haciendo cosquillas en su rostro.

Se tuvo cuando pasó por una pequeña tienda de flores, aún cerrada, mirándose en el vidrio donde se reflejaba, sonriendo ante su atuendo y acomodándoselo ya que se había tardado al despedirse de su padre, no queriendo soltarlo y no se había arreglado correctamente. Su jardinera azul oscuro se había arrugado debido a la mochila y las prisas por lo que la alisó y acomodó, haciendo lo mismo con la camiseta blanca y de manga corta que llevaba por debajo, uno de los tirantes se había soltado y trató de volver a colocarlo pero no podía ya que la otra parte se encontraba en su espalda, miró sus Vans, había metido los cordones en estos sin siquiera atarlos por lo que se agachó y los ató adecuadamente. Cuando se levantó, volvió a mirarse en el reflejo, peinando su cabello y dándose una sonrisa volvió a su caminata, en la siguiente calle donde giraría a la izquierda debería estar Jimin esperándolo.

Con ese pensamiento en mente se apresuró para llegar, y sonrió más ampliamente cuando dobló la esquina y lo encontró ahí apoyado con su espalda contra el muro, como siempre, Jungkook sonrió ante lo guapo que se veía Jimin, su cabello rubio se veía ligeramente despeinado y tapaba parte de su rostro ya que estaba con la cabeza inclinada, mirando su teléfono, la sudadera de color negro le sentaba de maravilla a su cuerpo y aquel vaquero desteñido combinaba perfectamente con el.

—¡Jimin!.—Jungkook chilló emocionado.

No se habían visto durante el fin de semana y tampoco habían podido hablar mucho por teléfono, Jungkook se fue con su padre a pasarlo a una pequeña casa rural y Jimin se hizo cargo de la tienda de batidos, por lo que se habían extrañado mucho.

Jimin levantó su cabeza ante el llamado, sonriendo cuando sus ojos vieron a Jungkook, guardando su móvil en el bolsillo y dando unos pasos hacia el castaño. Jungkook se apresuró en eliminar la distancia que los separaba, corriendo hacia él y abrazándolo con fuerza.

—Hola, bebé.—Jimin besó su cabello, apretándolo contra su cuerpo.

Jungkook se separó de el, mirándolo con timidez—.Me llamaste bebé.

Jimin rió—.Así es.

Jungkook sonrió, inclinando su cabeza a un lado—.Normalmente me molestaría que me llamaran así, pero si eres tú, me gusta.

Jimin sonrió con cariño, había extrañado en demasía a Jungkook y eso le había asustado, a penas habían sido dos días sin el castaño y el estaba desesperado por verlo.

—Oh, ven aquí.—Jimin lo acercó a él, juntando sus labios en un beso algo desordenado y torpe ya que Jungkook no se lo esperaba.

Una mano en el rostro del menor y la otra en su cintura, mientras Jungkook mantenía sus manos en ambos brazos, tratando de seguir el beso con los ojos cerrados, Jimin besó el labio inferior, atrapándolo entre los suyos, chupando con suavidad e inclinando su rostro para un beso más profundo, tratando de meter su lengua, consiguiéndolo cuando Jungkook entreabrió sus labios. Jungkook seguía siendo algo torpe al besar, pero había mejorado mucho, y sobre todo, ahora los besos con lengua no le causaban tanta sorpresa y miedo.

—Mhh.—Jungkook murmuró, separándose—.Debo respirar, Hyung.

Jimin rió, dejando un sonoro beso en los labios contrarios para después agarrar el rostro del menor, apretando sus mejillas.

—Te extrañé estos días.—Jimin confesó.

Jungkook sonrió brillantemente, ahora dejando varios besos en los labios contrarios—.Yo también, Hyung.

Strawberry Milk.  ❤Jikook❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora