Dios de la destruccion

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Narra Jin.

Seguí el camino tal cual me decía en los papeles, sin embargo, cuando ya se suponía que había llegado, me pare en frente de un gran portón gigante que solo me dejaba ver un camino oscuro de arboles gigantes alrededor--¿Qué es esto?—Me pregunte.

-¿Tenemos un bosque?—Me pregunto Jimin, yo le sonreí negándome.

Salí del auto y me acerque a las grandes puertas, tome una de ellas y comencé a moverla, de manera chirriante, comenzó a descender con un ensordecedor estruendo, cayendo al suelo. En un abrir y cerrar de ojos, Jungkook estaba a mi lado mirándome con cara de "¿Qué estás haciendo?"

-Abría la puerta—Dije volviendo al auto, comencé a andar lentamente, las luces del auto era lo único luminoso en este lugar, solo podía escuchar a los insectos y los arboles moverse con la brisa--¿Qué es este lugar?

Después de varios minutos, comencé a divisar una gran construcción a lo lejos, acelere un poco y me encontré con una gran casa de cuatro pisos, frene en frente de ella aun con las luces encendidas y mire a Jungkook.

-Baja tu primero—El me miro y sonrió nerviosamente.

-Es mas seguro que bajemos todo, así, si ocurre algo estaremos todos juntos—Yo me quite mi cinturón de seguridad y bufe.

-Debe ser horrible por dentro ¿Y si hay fantasmas?—Les pregunte

-Los fantasmas no existen—Afirmo Jungkook muy seguro.

-Eso mismo decía de los ángeles y mírense—Los señale.

-Necesitamos entrar, no podemos dejarte dormir afuera—Suspire.

-Si pueden—Les dije, el negó y comenzó a moverse, se acerco a la puerta y con solo un empujon la abrió. Escuchamos el silencio profundo de su interior, realmente era agonizante esta situación.

-¿Por qué no chirrea?—Pregunte aferrado a Jimin.

-No lo sé—Dijo el aferrado de la misma manera.

Comenzamos a seguir la sombra de Jungkook, al pisar la entrada todo se encendió, incluyendo las luces de afuera, los tres nos miramos sorprendidos.

-Al menos la choza no es tan antigua—Aplaudí dos veces—Luces automaticas—Volvi a aplaudir—Que ya no funcionan.

Al frente teníamos una gran escalera que subía en forma de caracol, las paredes de aun blanco agonizante por el desgaste del tiempo, algunas lámparas en el suelo con un poco de telaraña, suelo de madera fina y brillantes candelabros. Era hermoso, incluso aun estando deshabitada tanto tiempo, era maravillosa. Me acerque al centro de las escaleras, donde al mirar hacia arriba, me encontré con una pintura en el techo.

 Me acerque al centro de las escaleras, donde al mirar hacia arriba, me encontré con una pintura en el techo

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-Es magnífica—Admití, siguiendo el recorrido. Seguimos caminando por los pasillos, en donde solo veíamos un sinfín, de pinturas antiguas, de dioses, ángeles, demonios, historias de guerra entre otras que no sabía que significaban.

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