I

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—¡Annie, levantate! —El fuerte grito masculino retumbó por toda la casa.

La mujer que descansaba en el colchón con tranquilidad, se vió en la necesidad de abrir sus ojos con lentitud para luego estirar sus brazos tratando de sentirse más despierta.

Con pereza caminó hasta la cocina donde vió a su padre desayunando jugo de banana con avena.

—¿Qué son estas horas de despertarse, tarada? —Preguntó con un leve tono de molestia el progenitor de la chica.

—Papá, apenas está amaneciendo —Se defendió mientras se servía un poco de leche con cereal, nisiquiera debía mirar la hora en su teléfono para saber que aún era muy temprano para su primer día de Universidad.

—Recuerda lo que te digo hija, la familia Leonhart siempre despierta antes que el sol —Habló el mayor para luego levantarse de su asiento y dirigirse a darse un baño, pues luego debía ir a trabajar.

—Papá, el sol no despierta, pues no tiene vida en primer lugar —Informó la rubia.

—¡No me respondas en ese tono señorita! —Regañó el mayor.

Annie rodó los ojos sin que el mayor lo vea, pues sabía que si lo hacía se metería en problemas.

Al terminar su desayuno fue a cambiarse el pijama colocandose un jean y una sudadera, recogió su corto cabello en un moño y preparó su mochila con lo más básico; un cuaderno y un lápiz.

Salió y comenzó a caminar con tranquilidad por las calles de su ''humilde'' barrio, aproximadamente diez cuadras adelante, se unió a su caminata Bertholdt Hoover, a quién conoció en secundaria y desde entonces, junto con Reiner Braun, son lo más cercano que tiene a unos amigos.

—¿Qué tal tu día A-annie? —Preguntaba con nerviosismo el chico alto de negros cabellos.

—Acaba de amanecer, Bertholdt, el día apenas empieza —Señaló Annie con su ya conocido tono de voz neutral.

—Tienes razón, lo siento —Se disculpó el más alto, para luego mirar el suelo decaído preguntandose por qué tenía que ser tan idiota.

Llegaron a la ruta principal y caminaron por la vereda hasta llegar a un edificio de cinco pisos, dónde esperaron al amigo faltante, Reiner Braun.

Esperaron aproximadamente unos diez minutos hasta que el rubio finalmente decidió aparecer.

—Sabes, no tenemos todo el puto día, si no movemos el culo ahora probablemente lleguemos tarde —Annie reclamó mientras volvía a avanzar por las calles de su ciudad.

—Oye Annie, no deberías hablar así, eso no es muy femenino de tu parte —Reiner habló, a pesar de las claras señas de Berth para que se callara.

—¡Ja!, la feminidad es un invento de la sociedad —Aseguró la rubia sin mirar atrás.

—Lo sea o no, si no dejas de hablar así nunca conseguiras novio —Nuevamente comentó el más musculoso, apesar de que con cada palabra que decía Berth trataba de hacer sus muecas y señas para que cerrara la boca.

—¿Quién necesita un novio?, en pleno siglo XXI esas cosas ya no son necesarias —Annie contra-atacó con la mirada al frente.

—¿Estas segura de que no dices eso sólo para ocultar que te sientes mal por nunca haber disfrutado del amor por la vida de mierda que llevas?

No pudo decir más, pues la de baja estatura perdió la paciencia y, sin que lo viera venir, dió media vuelta y un fuerte golpe de puño aterrizó en su mejilla.

Si bien el golpe de Annie no fue tan fuerte cómo para hacerlo sangrar, probablemente si dejaría una herida.

—Conoce tus límites, Braun —Con molestia advirtió la rubia— No tienes el derecho de juzgar mi vida.

Crazy Over You  ||Aruannie||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora