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II Capítulo: ¿Semen? ¿Eso que es?

Estaba sentado en la mesa de los niños en la cabecera, aburrido moviendo mis pies de atrás hacia adelante aburrido. Mi mejilla la dejé apoyada de mi mano derecha. Ya no quería estar ahí y con eso cuidando de que nadie me viera me baje de la silla, caminé cabizbajo escondiéndome tras la tela del hiyad huyendo del saquito de mi abuelo y de Rakj, mi cuidador. Caminé rápidamente por el pasillo hacia la cocina donde Dannha, una cocinera, trabajaba preparando diversos platos del medio oriente para los invitados, pero para mi gran sorpresa no estaba ella por ningún lado en la cocina principal de la gran casa Abaji Hababid, al parecer mi baba le había dado el descanso a quien me hacía de comer y hacia las planificaciones para las fiestas, pero... ¿Por qué? ¡Eran una multitud ahí afuera! Golpeteo el suelo bajo mis pies y saliendo del lugar me dirijo a mi habitación, nadie notaría mi ausencia por ahora, pero al llegar al segundo piso de la casa un ruidito agudo y jadeante me hizo seguir caminando a mi habitación ¿Que pasaba ahí? ¿Quien estaba ahí? Molesto por tal barbaridad y que entraran usurpando mi propiedad me hacía rabiar del cólera. Hice mis manos en puños y caminé entrando sin tocar, lo que me encontré fue a Rakj y Dannha follando.

—¡Dame todo tu semen Rakj!—¿Semen? ¿Eso que es? Fruncí más el ceño y golpee la puerta para cerrarla tras de mí.

—¡Mi señor!—Hablo nervioso él saliendo del interior de Dannha esparciendo un líquido viscoso en mi alfombra, incrédulo le grité:

—¡¿Como te atreves a llenar mi habitación de orina?!—Aunque esa orina era muy extraña y blanquesina no me importaba ¡Había dañado una costosa alfombra y mi abuelo iba a matarme!

—¡Mi señor!—Frunci el ceño.

—Callate, Rakj, guardate la polla flacucha que tienes y sal de mi habitación—, refunfuñe—, ¡Y volves aquí con agua y cosas para limpiar está porquería!— Él hizo lo pedido entre confundido y asustado porque lo acusara con mi abuelo. Por otro lado Dannha veía el suelo aún con el vestido arriba y la concha peluda abierta, mojada y goteante.

—Mi señor... Yo, nosotros, no le diga a su abuelo, va a despedirnos y yo...

—Callate, Dannha, claro que voy a decirle que follaban en mi habitación, de seguro haga que follen delante suyo y yo de espectador, será divertido. ¿Que dices si le pido que te deje para mí? Dormirás desnuda conmigo, aunque pensándolo bien... Ya estás usada por un plebeyo insolente, no sirves—, ella perpleja me miraba, ahora que lo pienso... Era obvio ¿No? Se supone que un pequeño no debería hablar así, no debería saber de sexo y no podía actuar de aquella manera, pero lo que ella no sabía era que para mí todo era tan natural o al menos así pensaba, baba me lo decía y yo le creía—. Una cosa más... ¿Semen? Así se dice ¿no? ¿Que es eso?—Pregunte 20 minutos después de que ellos limpiaron el lugar.

—Es lo que salió de su miembro, señor...—¡Ahora todo tenía más sentido! ¡Entonces no era orina blanca! ¡Era semen! ¡Eso es lo que era! Yo reí e hice otras preguntas para dejarlos ir, confundidos, aturdidos y nerviosos. Yo ese día volví al piso de abajo para cenar, después de todo era un niño y comía mucho.

Ll.