III Capítulo: ¿Masturbación?

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¿Que qué pasó con Dannha y Rakj? Bueno, mi abuelo salió de viaje por un mes entero por un negocio en una de nuestras cedes. Su ausencia se alargó tanto que vi a mi baba casi a vísperas de mi cumpleaños número 6, claro que no pasó desapercibido mi descubrimiento por el semen. Rakj era víctima de mis cuestionarios extensos y apenado, obligado y siempre con un aura de ansiedad debía responder a cada una de mis preguntas. Sino sería despedido y no le convenía. Por otro lado Dannha había sido la primera mujer que observé ¿Como así? Si, le pedí por largos minutos, hasta que me aburría, que posará de mil y un posiciones para observar su cuerpo.

Algo muy dentro de mí no quería tocarle, sentía que al haber sido follada por mi cuidador y fiel consejero estaba sucia, usada. De alguna manera no me agradaba saber eso y me era indiferente tocarla, pues, no tenía las ganas de hacerlo. Pero mi curiosidad era tanta que si, la observaba por largos minutos, haciéndola dejarse su hiyab y que cubriera su rostro. Dannha era una puta en toda la extensión de la palabra, le gustaba que yo, un niño de casi 6 años, la controlará, la mirara y la obligará a ponerse en posiciones inimaginables solo para comprender el cuerpo humano. ¿Como sabía que le gustaba? Pues por las preguntas que le hacia a ella misma o a Rakj.

Había entendido a esa edad que su vagina estaba mojada por unos extraños jugos que salían de ella producto su gozo por mi dominación temprana y por el morbo que le causaba aquello, tampoco podía olvidar el placer de estar desnuda dándole el aire acondicionado de mi alcoba justo en su centro haciendo que se humedeciera más, mucho más.

Ahora respondiendo su pregunta, mi baba llegó a casa agotado, aun así desayuno algo ligero conmigo en su habitación y dormimos la siesta juntos. Al despertar horas después comenzo a contarme de su travesía por América e Italia, hablo unas cuantas cosas de números que no entendí mucho y nombró una que otra italiana que conoció, decía que en esos países las personas eran muchos más liberales que acá y que por su pesar (ya que somos del Islam), le había gustado y muchísimo, se había pajeado en el auto mirando a una jovencita ir en shorts por medio de la calle, mostraban sus pantorrillas, sus piernas, hasta un poco de su espalda y busto. Mi abuelo estaba algo escandalizado por la falta de pertenencia y dignidad, pero admitía que las vistas eran muy hermosas y que le había sido infiel a su religión mirando aquellos cuerpecillos cubiertos por una tela pequeña y sin más. Al principio el tema me interesó, lo que contaba sonaba mal pero llamativo, comenzaba a creer que en cultura lo malo era bueno y lo bueno era malo. ¿Que mas podía esperarse de todo aquello? Yo era curiosos y apesar de las restricciones de mi religión, las conversaciones con baba y lo que aprendía día a día era exótico, diferente y muy llamativo para mis ojos.

¿Y vos, Hadid?—Pregunto baba.

—¿Yo que?—Respondi.

¿Que has hecho en mi ausencia?—Dijo obvio

Leer y ver—Volvi a respoder sin mucha información.

—¿Que leíste y viste? Seguro obligaste a Rakj a que te llevará de compras por más libros, debes jugar no leer tanto—, dijo todo aquello con diversión.

—Algo así, baba—, hable encogiéndome de hombros—,aprendí mucho en su ausencia, Rakj y Dannha me ayudaron en mis descubrimientos.

—¿Ah sí?— Dijo esta vez instigado. Yo solo respondi que si.—¿Y que es eso en lo que Dannha y Rakj te han ayudado?

Pues, del sexo, de masturbarse y claro... De mucho más, baba—. Efectivamente, Rakj me explico que era masturbarse y justamente entendí que ese día cuando me bañé por primera vez solo me estaba intentando masturbar, por eso había sido tan extraño y se sentía bien.


Ll.

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