Era el príncipe más aclamado y querido del siglo XXI, no había nadie que pudiese desmentir aquello. Pero como todos tenía un lado oscuro, ese que en las sombras de su palacio desataba sin censura. Hadid Abaji, se había convertido en el monstruo que su abuelo tanto había temido y aún no había llegado a todo su esplendor. Era tan terco, obstinado, callado e inclusive alocado. En otras palabras era hermosamente peligroso y todo el que se atrevía a desafiarlo sabía lo maldito que estaba y era.
Hadid se encargaba de aprender todo lo que podía, no había ya un libro en la golozal Biblioteca que no hubiera leído. A sus 21 años era el joven más hermoso que pudiera existir y el moja bragas más aclamado en el continente asiático e incluso en el Europeo.
Había adoptado tendencias muy bizarras y extremas, buscando satisfacer su curiosidad, pero aquello no le causaba una pizca de entusiasmo. Ni siquiera cuando había asesinado a una persona por primera vez. La señorita D'mic había influenciado en ello.
[Hadid de 15 años, Italia, Palermo]
—
No puede seguir apresandome, su majestad—, la voz le tembló y jadeo molesta.
—¿Acaso te he tratado mal?—Ella negó rápidamente, Hadid tenía gustos extraños, inclusive aterradores para un jovencito de 15 años, pero jamás le había vuelto a poner una mano encima. De alguna manera sentia cariño por él y se odiaba por ello. Pero ya se había rendido ante cualquier posibilidad de huir. El primer año que estuvo retenida intento de todo e incluso se ganó unos cuantos días encerrada en el oscuro y lúgubre sótano.
Había estudiado a el joven y había llegado a la conclusión de que Hadid no recibió más que perversión, todo lo que pedía, disciplina e información en su vida. La falta de tacto y amor eran palpables en él, ella lo había diagnosticado como un niño psicópata y no sabía cómo no se había dado cuenta de ello desde el primer instante. Bueno, una de las cualidades era mentir y él mentía muy bien.
—No, amo—, murmuro ella respondiendo al fin y sintió un cosquilleo en su intimidad, al llamarle así. Sabía que estaba mal sentir lo que sentía y sabía que posiblemente era síndrome de Estocolmo lo que le sucedía, pero no podía evitar excitarse por las cosas que había visto, presenciado e incluso hecho para y por él.
—¿Entonces? ¿Por qué tocas este tema? No me hagas perder el tiempo, D'mic—. Bufo el oji-azul—, debo ir a ver a baba—. Hablo mirando su reloj—. Luego hablaremos, espero comprendas de una vez por todas que no te irás de aquí y que ya eres propiedad de mi persona—. Una lágrima solitaria bajo por su mejilla y Hadid lo noto antes de irse—¿Por qué?
—No es nada—, susurro en un hilo de voz, Hadid se acercó y ella sintió su cuerpo temblar, sus paredes vaginales humedecerse y su boca secarse. Estaba deseosa de ser penetrada, de poner tocarse y follar. Pero Hadid jamás la había tocado, jamás la había dejado llegar a más que caricias en su clítoris por encima de las diminutas bragas que debía vestir para él. Antes de ser apresada se tocaba casi diario leyendo novelas eróticas y perversas, jamás se imaginó que aquel día sería el último con libertad sobre su cuerpo. Se había arrepentido de no haberse dejado follar antes en la universidad y quizás así no estuviera aquí, siendo la obsesión de un chiquillo psicópata que era virgen—. Eres un cobarde—, espeto cegada de la ira, su mandíbula se apretó y se acerco sujetando su cuello. Nadie lo insultaba.
—¿Como me has dicho? Retractate —,gruño con molestia. Ella negó.
—Voy a cogerme al guardia, voy a mamarsela y déjare de ser pura, dejaré de ser tu maldita obsesión—, chillo del dolor cuando el apretó más su cuello. Se estaba quedando sin aire. Él la soltó y camino rápidamente a la puerta, hizo pasar a Reti, el hombre que vigilaba a D'mic y lo hinco frente a ella. Tras jugueteos y palabras de ira, dolor, provocación. Reti termino con el cuello roto y el miembro cortado. La sangre fluía en el piso y en sus manos estaba la prueba del asesinato.
—No, no, no, no soy un cobarde, mi pequeña y dulce D'mic—, susurro saliendo de ahí, dejando a D'mic llorando,vestida con unas braguitas transparentes y los pechos al aire.
Ll.
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RastgeleEsta es la historia de Hadid Abaji, un magnate en el mundo que esconde un gran secreto. ¿Te atreverás a saber que esconde, Hadid? ¿O te quedarás con las ganas de saber de él? →Todo los derechos reservados © →Contenido +18 © →Contenido delicado © →V...