22

531 72 4
                                    

Yoongi abrió los ojos y los fijó en la ventana, por donde podía ver el nublado cielo. Aún atontado por el sueño, no reconoció las cortinas de tonos rosa y dorado. Se sentía perezoso, como si no hubiera dormido, pero aún así, no sentía un deseo específico de  volver a dormir, o de permanecer despierto. 

Sus distantes pensamientos flotaban, perdidos, hasta que de pronto, su mente comenzó a aclararse. ¡Estaba casado! Realmente casado. Era el esposo de  Jungkook.   

Contuvo un grito de protesta ante aquella  constatación y se sentó en la cama, al recordar con claridad todo lo que había sucedido la noche anterior. Ahora sabía de lo que la srta. Flossie había intentado advertirle. 

¡No era de admirar que nadie demostrara deseo de hablar al respeto! 

Comenzó a salir de la cama, reaccionando al impulso de  huir. Sin embargo, trató de controlarse. Acomodó las almohadas y volvió a acomodarse. Los humillantes detalles de    su noche de bodas volvieron a poblar su mente, mientras se acordaba de la ruda manera como Jungkook se había desnudado ante sus ojos. 

Se estremeció recordar la crueldad con que se había burlado de él,  mencionado a Taehyung, para entonces, usarlo. Lo había usado como si fuese un animal, totalmente desprovisto de sentimientos, que no merecía la menor ternura o consideración. 

Una solitaria lágrima escapó de sus ojos cuando pensó en la noche que vendría a continuación, y en la próxima, y en todas las noches en adelante, hasta que Jungkook conseguiese plantar su semilla en su vientre. 

¿Cuántas veces serían necesarias? ¿Una   docena? ¿Dos docenas? ¿Más? ¡Ah, no por favor! No soportaría muchas más.   

Se secó la lágrima con la mano, furioso consigo mismo por sucumbir al miedo y a la  flaqueza. La noche anterior, Jungkook había dejado claro que pretendía continuar haciéndole aquella cosa horrible, que era su parte del acuerdo. ¡Ahora que sabía lo que, exactamente el acuerdo envolvía, quería deshacerlo inmediatamente!   

Apartó las mantas y salió de la cama caliente y suave, que debería ser la recompensa por una vida de felicidad, impuesta por un hombre cínico, sin corazón. 

Bien, Yoongi no era un llorón temeroso de  luchar por sí mismo o de enfrentar al mundo. ¡Antes enfrentaría a un pelotón de  fusilamiento a soportar otra noche como aquella! Era perfectamente capaz de vivir sin lujo, si era ese el precio a pagar. 

Miró a su alrededor, intentando pensar que hacer a continuación, pero sus ojos se posaron en una cajita de terciopelo sobre el velador. La tomó y la abrió, para entonces apretar los dientes furioso, al encontrarse con el espectacular collar de diamantes que yacía en su interior. 

Con cinco centímetros de ancho, la joya fue diseñada para parecer un delicado arreglo de    flores, con diamantes montados en diversas formas, para constituir pétalos de tulipanes, rosas y  orquídeas. 
La  ira casi lo cegó, cuando levantó el collar entre los dedos, como si cogiera entre ellos a una  serpiente venenosa, para entonces 
soltarlo sin la menor ceremonia en una pila deforme.   

Sólo entonces comprendió lo que lo había incomodado tanto en los regalos que Jungkook le daba, así como su insistencia en que le agradeciera con besos. Lo estaba comprando. 

Definitivamente, creía que podría comprarlo, como si fuera una barata prostituta de la calle. No... no barata. Al contrario, extremadamente cara, pero igualmente una  prostituta.   

Después de lo que había sucedido la noche anterior, Yoongi ya se sentía usado y  abusado. El collar sólo sirvió como un insulto más en la creciente lista de las ofensas cometidas por Jungkook. Apenas podía creer que se  hubiese dejado convencer de que él lo quería, que lo necesitaba.  
A Jungkook no le importaba  nadie, no necesitaba a nadie. No quería ser amado y  no poseía ni un poco de amor para dar. 

Una vez & Para siempre ▪︎KOOKGI▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora