1

1.1K 88 10
                                    

Inglaterra, 1815.

—Ah, ahí estás, Jungkook —dijo la  belleza de cabellos negros, al ver el reflejo de su  marido en el espejo.  

Con mirada desconfiada, examinó a la  figura atractiva que se aproximaba y, entonces, se dio la vuelta hacia las diversas cajas de joyas esparcidas enfrente. Con las manos ligeramente trémulas y una sonrisa forzada, retiró una espectacular gargantilla de  brillantes de una de ellas y la extendió hacia él.  

—Ayúdame a colocarla, por favor —pidió.  

Las facciones de su marido se endurecieron, cuando sus ojos se posaron en los collares de rubíes y esmeraldas que ya adornaban el escote osado del vestido.  

—¿No crees que esta exhibición de  joyas, así como de tu cuerpo, es un tanto vulgar para una mujer que pretende hacerse pasar por una gran dama?  

—¿Qué sabes tú sobre vulgaridad? —Respondió Melissa con irreverencia—. Este vestido es la última palabra en moda. Además al barón Lacroix le gusta tanto, que me pidió lo usara en el baile esta noche.  

—Estoy seguro, que no quiere tener trabajo con una porción de botones, cuando llegue el momento de desnudarte, más tarde —replicó el marido sarcástico.  

—Exactamente. Finalmente, como todo francés, es muy impetuoso.  

—Desgraciadamente, él no tiene un duro.  

—Lacroix me encuentra atractiva —lo provocó Melissa, con la voz ligeramente
trémula por la irritación contenida.  

Jeon Jungkook estudió a su esposa de la cabeza a los pies, examinando con
profundo desprecio el bello rostro de piel de alabastro, ojos verdes, levemente almendrados, labios carnosos y rojos, la firme curva de sus senos, expuesta por el escote del vestido de terciopelo escarlata.  

—Él tiene razón. Eres bella, ambiciosa e inmoral. —Volviéndose se encaminó
hacia la puerta, pero paró, añadiendo con implacable autoridad—: Antes de  salir, ve a despedirte de nuestro hijo. Jimin es demasiado pequeño para comprender que no pasas de ser una vagabunda. Siente tu falta. Partiré para Escocia dentro de una hora.  

—¡Jimin! —Gritó Melissa, airada—. Es todo lo que a ti te importa.  —Como él marido abriera la puerta, sin darse el trabajo de negar la acusación, amenazó—: ¡Cuando vuelva de Escocia, no estaré más aquí!  

—Mejor —replicó Jungkook.  

—¡Bastardo!  Voy a contarle al mundo quien eres realmente cuando me vaya. Nunca volveré. ¡Nunca!  

Con la mano en el pomo de la puerta, Jungkook se dio la vuelta para mirarla con expresión impasible.  

—Vas a volver, sí —se burló—, cuando se te acabe el dinero.   

Cuando la  puerta se cerró, los ojos de  Melissa brillaron de triunfo.  

—Nunca volveré, Jungkook —murmuró—, porque mi dinero jamás acabará. Tú
mismo vas a darme todo lo que yo quiera…






—Buenas noches, milord —lo saludó el mayordomo con voz extrañamente
tensa.  

—Feliz Navidad, Northrup —respondió Jungkook de manera automática, mientras se quitaba la nieve de las botas y  le entregaba la capa al mayordomo. La última escena con Melissa, ocurrida dos semanas atrás, le volvió a la mente, pero alejó el recuerdo deprisa—.  El mal tiempo atrasó mi retorno en un día. ¿Mi hijo ya se fue a la cama?  

Una vez & Para siempre ▪︎KOOKGI▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora