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Yoongi fue a Londres y se quedó cuatro días, acunando la esperanza de que Jungkook se le uniera y sintiéndose más solo cada hora que pasaba, sin que apareciera. 

Asistió a tres piezas, fue a la ópera y visitó a sus amigos. Por la noche, se quedaba acostado en su cama, despierto, intentando comprender cómo un hombre podía ser tan cariñoso y apasionado en la  cama y tan frío y distante durante el día. No conseguía creer que Jungkook lo viera sólo como un instrumento conveniente para satisfacer su deseo. 

No era posible, especialmente cuando a Jungkook parecía gustarle tanto su compañía durante la cena. Él siempre se tardaba en la mesa, provocándolo con bromas alegres y conversando sobre todo tipo de asuntos. 
Una vez, había llegado a elogiar su inteligencia y percepción agudizadas. Otras veces, había pedido su opinión sobre diversos asuntos, como, por ejemplo, el arreglo del mobiliario del salón y si debería jubilar al administrador de la propiedad para contratar a otro más joven.   

En su cuarta noche, Ha Joon lo acompañó al teatro y entonces Yoongi volvió a la mansión de Brook Street, a cambiarse de ropa para el baile al cual se había comprometido a asistir.

Decidió que volvería a Wakefield a la mañana siguiente, con una mezcla de irritación y resignación. Estaba listo a rendirle a Jungkook por aquella batalla y retomar la  lucha por su afecto en casa.   

Usando un espectacular vestido, entró en el salón de baile, acompañado por el marqués De  Salle y por el barón Arnoff.

Todas las cabezas se volvieron en su dirección y una vez más, Yoongi percibió las extrañas miradas que le lanzaban.

La noche anterior, había tenido la    misma desagradable sensación. 
Apenas podía creer que la ton reprobara que estuviera en Londres sin su marido.

Además de eso, las miradas que recibía de elegantes mujeres, así como de sus maridos, no eran de censura. Ellos lo observaban con un sentimiento que parecía comprensión o tal vez pena.

Caroline Collingwood llegó más tarde y Yoongi la llevó a un lado a la primera oportunidad, para preguntarle si sabía por qué las personas se estaban comportando de manera tan extraña.

Antes de que formulara la pregunta, Caroline aclaró sus dudas:   

—Yoongi, ¿está todo bien entre lord Jeon y tú? —Preguntó su amiga, ansiosa—. ¿O están separados?   

—¿Separados? —Repitió Yoongi, confuso—. ¿Es eso lo que las personas creen? ¿Por eso es por lo que me miran de manera tan extraña?   

—Tú no estás haciendo nada malo —se apresuró a decir Caroline—. El problema es que, debido a las circunstancias, las personas están sacando conclusiones... Bien, todos creen que lord Jeon y tú se desentendieron y que lo abandonaste.  
 
—¿Yo qué? —Yoongi silbó furioso—. Ahora, ¿por qué piensan algo tan absurdo? Lady Calliper no está acompañada de su marido, así como el conde de Graverton y...   

—Yo tampoco estoy con el mío —su amiga lo interrumpió—, pero nuestros maridos no estuvieron casados antes. El tuyo sí.   

—¿Y qué diferencia hace eso? —Persistió Yoongi, preguntándose, furioso, que convención había quebrado, esta vez. 

La ton contaba con reglas de comportamiento en todas las categorías, con una larga lista de excepciones, que hacía la vida en Londres extremadamente confusa. 

—Hay una gran diferencia —afirmó Caroline con un suspiro— porque la primera lady Jeon contó cosas horribles sobre las crueldades que lord Jeon le imponía... y mucha gente le creyó. Tú te casaste hace menos de dos semanas y ya estás en Londres, solo. Y lo peor es que no pareces nada feliz, Yoongi. Las personas que creyeron a Melissa, que recuerdan las horribles historias, ahora están repitiendo lo que oyeron hace años y apuntándote como confirmación.   

Una vez & Para siempre ▪︎KOOKGI▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora