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Dos días después La Gazzete y el Times anunciaron que lord Min Yoongi, conde de Langston, cuyo noviazgo con Jeon Jungkook, marqués de Waquefield fuera previamente anunciado, sería formalmente presentado en sociedad en un baile que sería ofrecido, dentro de dos semanas a partir de aquella fecha, por su primo, el duque de Atherton.

Apenas se había digerido la noticia tan excitante y ya se veía una explosión de actividad en la residencia londinense del marqués de Wakefield, ubicada en Bond Street.

En primer lugar, llegaron dos carruajes, trayendo además de criados de poca importancia, a Northrup, el mayordomo, O'Malley, el jefe de los lacayos y a la señora Craddock, la cocinera. Luego le siguió un inmenso carro que transportaba a la gobernanta, varias criadas, tres ayudantes de cocina, cuatro lacayos, subordinados y una verdadera montaña de baúles.

Poco después, llegó otro carruaje, trayendo a la señorita Flossie Wilson, la tía soltera del duque. Se trataba de una señora regordeta, de rostro redondo y sonrosado enmarcado por rizos dorados. Arriba de su cabeza, llevaba un sombrerito colorido, mucho más apropiado para una muchacha joven, que hacía parecer a la señorita Flossie una muñeca envejecida.

Conocida por la sociedad londinense, la señorita Flossie salió del carruaje y saludó alegremente a dos amigos que pasaban por la calle y subió apresurada los escalones de la puerta de entrada de la mansión de su sobrino nieto.

Toda esa actividad fue notada por las damas y los caballeros elegantes que pasaban por Bond Street, pero nada causó más furor que la llegada, al día siguiente, del carruaje de Jeon Jungkoook, tirado por cuatro magníficos caballos.

De su lujoso interior, salió Jeon Ha Joon, duque de Atherton, seguido por un joven que solo podía ser el prometido de Jeon Jungkook.

El joven descendió los escalones del carruaje con movimientos graciosos, aceptó el brazo ofrecido por el duque y exhibió una fascinante sonrisa al levantar los ojos hacia la bellísima mansión de cuatro pisos.

—¡Mi Dios! ¡Es él! —Exclamó el joven lord Wiltshire, del otro lado de la calle, codeando con entusiasmo al amigo que lo acompañaba—. Es el conde de Langston.

—¿Cómo puedes estar seguro? —Preguntó lord Crowley, alisando una arruga imaginaria en la chaqueta. 

—Es evidente, él puede ser una criatura totalmente desprovista de inteligencia. Pero míralo... es una belleza. ¡Es incomparable!

—No podemos verle el rostro —argumentó el amigo, con razón.

—No lo necesitamos, idiota. Si no fuese hermoso, jamás hubiera recibido una propuesta de casamiento de Wakefield. ¿Alguna vez lo viste en compañía de alguien que no fuese atractivo?

—No —admitió lord Crowley , antes de agregar en voz baja—. ¡Tiene los cabellos rojos! No lo esperaba.

—No son rojos. Son más dorados que pelirrojos.

—No, son del color del cobre. Dicho sea de paso, un color encantador. Siempre preferí los pelirrojos.

—¡Tonterías! Tú nunca tuviste preferencia por los pelirrojos, porque nunca estuvieron de moda.

—A partir de ahora lo estarán —previno lord Crowley con una sonrisa—. Si no me engaño, mi tía Mersley es amiga de Atherton. Va a ser invitada al baile de presentación del conde de Langston. Creo que voy a abordarlo y... —dejó de hablar cuando la belleza sobre la que ambos discutían se volvió hacia el carruaje, llamando a alguien. Un instante después, un animal inmenso, cubierto de pelo gris, saltó del carruaje y entonces el trío se encaminó a la mansión—. ¡Mi Dios! ¡Es un lobo!

Una vez & Para siempre ▪︎KOOKGI▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora