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A mitad de la tarde siguiente, Yoongi aún no había conseguido quitarse de la cabeza el arrasador beso de Jungkook.

Sentado en el pasto, al lado de Willie, acariciaba la cabeza del animal, mientras él roía un hueso que le había llevado.

Observándolo, volvió a recordar la actitud de Jungkook después del beso y sintió que el estómago se le contraía cuando comparó su propia inocencia con la experiencia y sofisticación de él.

¿Cómo fuera capaz de besarlo y abrazarlo, como si estuviera a punto de devorarlo con pasión, para después bromear al respecto? ¿Y cómo Yoongi había conseguido fingir indiferencia, cuando todavía se sentía aturdido y sus rodillas todavía temblaban?

Y, después de todo eso, cómo Jungkook podía mirarlo con aquella mirada fría y con la advertencia de que no cometiera el mismo error de muchos ¿Qué lo había llevado a pensar así? ¡Definitivamente, Jungkook era imposible de comprender!

Yoongi se había esforzado en hacerse su amigo y todo lo que había conseguido fue ser besado de manera inesperada y... arrasadora.

Todo le parecía muy diferente en Inglaterra. Pensó que, tal vez, aquel tipo de beso fuese común entre los ingleses. Si era así, no tenía motivo para sentirse enojado, o culpable. Desgraciadamente, no conseguía librarse de ninguno de los dos sentimientos. Al mismo tiempo que se sintió invadido por una intensa nostalgia por Taehyung, se sintió avergonzado por haber retribuido, al menos en parte, el beso de Jungkook.

Levantó los ojos al oír el sonido de cascos en la distancia y constató que Jungkook cabalgaba hacia el establo.

Como él fue a cazar por la mañana, Yoongi había conseguido evitar el enfrentamiento, obteniendo tiempo para recomponerse. Sin embargo, su tranquilidad estaba llegando a su fin, pues el carruaje del conde Collingwood se estacionaba delante de la mansión. Con un suspiro resignado, Yoongi se puso de pie.

—Ven, Willie. Vamos a avisar a lord Jeon que el conde y la condesa llegaron. Así, ahorraremos al pobre señor O'Malley una caminata inútil hasta el establo.

El perro lo miró con sus ojos inteligentes, pero no se movió.

—¡Ya es hora de que dejes de esconderte de las personas! No soy tu criado, ¿sabes? Pronto voy a negarme a traer tu comida hasta acá. Northrup me contó que solías ser alimentado en el establo. ¡Ven, Willie! —Repitió, decidido a controlar al menos aquella parte de su vida. Viendo que se ponía de pie, dejando claro que había comprendido la orden, insistió con voz irritada:

—Willie, estoy comenzando a impacientarme con los machos arrogantes. ¡Ven! —Dio algunos pasos adelante, antes de llamar de nuevo—: ¡Ven, Willie!

Esta vez, el perro obedeció y lo siguió. Animado por aquella pequeña conquista, Yoongi caminó hacia el establo, de donde Jungkook salía, cargando su rifle de caza.


Delante de la mansion, el conde de Collingwood ayudó a su esposa a salir del carruaje.

—Allá están ellos —apuntó en dirección al establo y, tomando del brazo a su esposa con un gesto cariñoso, comenzó a atravesar el jardín, susurrándole al oído—: Sonríe. ¡Pareces estar caminando hacia un funeral!

—Pues es así cómo me siento —Caroline admitió con una sonrisa traviesa—. Sé que vas a reírte de mí, pero lord Jeon me asusta. ¡Y no soy la única que le tiene miedo!

—Jungkook es un hombre brillante, Caroline. Obtuve enormes ganancias con las inversiones que gentilmente me recomendó.

—Te creo, pero continúa siendo una figura amenazadora. Además, tiene la capacidad de dar respuestas desconcertantes, que dejan a las personas profundamente confundidas. El mes pasado, le dijo a la señorita Farraday que detesta a las mujeres que pasan todo el tiempo con una sonrisa tímida en los labios, especialmente cuando cogen su brazo mientras sonríen.

Una vez & Para siempre ▪︎KOOKGI▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora