❝Dónde Min YoonGi es un Alfa libertino que le huye al cualquier compromiso y gusta de ganar dinero fácil trabajando como Gigolo de Omegas.❞
❝ Pero jamás creyó escuchar lo que escucharía en una de sus comunes sesiones de trabajo con un lindo y rubio...
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— ¡No puedo creer lo que hiciste!
Se quejaba mi chico apple-pay, entrando a la habitación y casi cerrándome la puerta en la cara. Si, lo admito, me pasé de bruto. En mi defensa, era mi primera noche en una casa extraña. Fue traumante incluso para mi voltear la mirada y tener tantos ojos mirándome impactados a esa hora de la mañana.
— ¡Lo siento, olvidé que no estaba en mi casa! ¿Qué quieres que diga? Ya me disculpé con tu madre, ni siquiera ella hizo tanto drama... —me defendí.
Aunque bastó echar un vistazo al frente para arrepentirme al instante después de haberlo dicho. Jimin estaba cruzado de brazos con una expresión tan enfurruñada que no hacía más que verse como un gatito gruñón. Estuve a punto de hacer un comentario al respecto cuando alguien tocó a la puerta. Y los gritos me hicieron saber de quién, o mejor dicho, quiénes, se trataba. Abrí la puerta sólo para ser atropellado por el trío umpalumpa.
— ¡Tio minnie! ¡Tío minnie! —gritaban un par.
— ¡El abuelo dijo que podíamos elegir el árbol! —gritó el último. Su sola presencia hizo volver la sonrisa en el rostro de, Jimin.
— Oh, ¿y yo puedo ayudarles? —preguntó a los enanos. Todos chillaron un...
— ¡Sii! —al unísono. Causándole una risa tan alegre y sincera que me hizo imaginar cómo se vería con sus propios cachorros.
Sin duda tenía el instinto y las ganas de ser un buen padre. Sin querer queriendo, me encontré a mi mismo sonriendo como un tonto, mirando su interacción con los niños. Cada uno se tomó de las manos de, Jimin y lo hicieron caminar fuera de la habitación, hablando sobre como lo decorarían. Me quedé allí de pie mirando la puerta un largo rato antes de reaccionar y recordar que seguía en pijama. Fui a cambiarme antes de salir tras de mi nueva familia prestada.
...
Nota mental, recordar comprar buenos abrigos en la primera tienda que encontrara abierta. Salimos todos la camioneta de mi suegro y aunque era grande, no todos cabíamos en la cabina, por ende algunos tuvimos que ir arriba, y, por algunos me refiero a, ChanYeol y a mi, ya que mi suegra, Baek, Jimin y los niños se fueron adentro. Por si fuera poco, el aire frío del clima estaba congelando mis lindas mejillas. No tenía un buen abrigo, ni guantes o bufanda, por lo que aunque tuviera las manos en mis bolsillos, tenía tanto frío que me convertiría en una paleta humana. En cambio mi agradable compañero de enfrente me miraba con una arrogante sonrisa. Presumiendo su atuendo con el que sin duda estaba más que cálido.
— ¿Fresco, no? —dijo en tono burlón. Era obvio que quería vengarse. Me hice el fuerte y desinteresado.
— See...
Se rió y volvió la vista al camino.
En pocos minutos y tras tomar una salida de la carretera llegamos a un lugar abierto, varias hectáreas de bosque de pino se extendían a la vista y un gran letrero rojo en una gran entrada indicaba que habíamos llegado a un tipo de invernadero. En cuanto la camioneta se estacionó a un lado de una cabaña, los enanos bajaron gritando como poseídos de felicidad. Chan dio un salto ágilmente desde arriba para abrirle la puerta a su pareja y su madre. Yo por mi lado preferí no romperme la cara y bajé con cuidado para hacer lo mismo con Jimin, aunque cuando llegué y abrí la puerta, ya no había nadie dentro de la camioneta.