Epílogo: Mandarina🍊 Manzana🍎 Melocotón, Moras y Miel🍯

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Echando una mirada al reloj en su muñeca izquierda por segunda vez, el azabache infló sus mejillas con aire para después exhalar

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Echando una mirada al reloj en su muñeca izquierda por segunda vez, el azabache infló sus mejillas con aire para después exhalar. Tan solo habían pasado quince minutos desde la última vez que lo miró pero estaba algo nervioso y no sabía el por qué. Aunque, sí, quizás su pequeña ansiedad se debía a que estaban a unas cuántas horas de la boda de sus mejores amigos. Una esperada boda que al fin se llevaría a cabo luego de cinco largos años en los que por más enamorados que se veían, ninguno había decidido a dar el siguiente paso en su relación. Una sonrisa se dibujó en sus finos labios con alegría, pensando en el gran y prospero futuro que les auguraba. 

Arregló por última vez el nudo de su corbata que le había dado problemas y dándose por vencido suspiró antes de acercarse al inicio de la escalera que llevaba al segundo piso de la casa. En la pared de ésta, una hermosa colección de fotografías de su amada familia. Momentos maravillosos vividos a lo largo de los años y aún faltaban muchos por disfrutar. Con su mano en la barandilla de madera y un pie en el primer escalón, decidió molestar con algo de humor.

— ¡Cariño es tarde! ¡Vamos! —gritó el alfa, con sus dientes mordiéndose el labio para no reírse cuando recibió una aparente respuesta cansina.

— ¡Ya vamos! —se escuchó una suave, reconocida y amada voz con algo de apuro. El alfa estaba casi seguro de que estaría rodando los ojos ahora mismo. 

Dejó de molestar a su pareja y giró para verse en el espejo nuevamente. Aquel nudo en su corbata, sinceramente, era un asco. Estaba por deshacerla cuando pequeños y rápidos pasos se escucharon bajando por las escaleras. Con una mirada sus ojos se iluminaron al ver a la pequeña niña bajando. Su cabello negro estaba hermosamente peinado con pequeños pasadores brillantes que lo sujetaban despejando su carita, un vestido amarillo pastel, un abrigo y su zapatos impecables le hacían ver adorable. Aunque claro, para el alfa, su bella hija siempre lucía adorable. 

— ¡Estoy lista papá! —gritó emocionada, saltando desde el segundo escalón hacía los brazos extendidos que su padre le ofreció. — ¿Me veo bonita? —preguntó.

— Preciosa mi cielo. Mi Chae Chae es la niña más hermosa del vecindario... No, de la ciudad. —le contestó amoroso, haciéndole cosquillas en la nariz con su índice. La pequeña rió dulcemente. — ¿Sabes si papi ya está listo? —le preguntó a la niña. Ella asintió y luego se acercó al oído de su padre para susurrarle algo.

— Papi tarda porque dice que está muy gordito y no le gustaba como se le veía su ropa. —le confesó. Su padre la miró preocupado. — Ya quiero ver a mi hermanito, así papi no se sentirá triste. —murmuró para si misma.

El alfa suspiró profundo y le sonrió a su pequeña hija. Si bien, venía pasando lo mismo los últimos meses, le preocupaba que el omega se sintiera así. Lo menos que quería es que se deprimiera por su aspecto. Su embarazo le había hecho subir algunos kilos de más pero, eso, era algo normal en su estado. 

Gigolo De Omegas || Yoonmin 🐾 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora