Capítulo 17. Baile de invierno

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—Entonces, Tadashi pasará por ti ¿Cierto? —pregunto Eleonor desde la puerta viendo a su hija arreglándose.

—Mamá, solamente es un baile, no es como si me fuera a casar —dijo la pelirroja sin dejar de verse en el espejo mientras se colocaba un collar que ocultaba su cicatriz.

—Tal cómo aquel en que le cayó queso —la pelirroja comenzó a realizar sonidos para interrumpir a su mamá.

Antes de que alguna pudiera seguir en la plática, se escuchó un golpe en la puerta principal, dando señal que aquel azabache se encontraba afuera.

—¿Cómo me veo? —exclamo la pelirroja volteando a verla con una sonrisa.

—Tal como una princesa.

—¡Mamá! —se quejó para comenzar a reír.

Entonces, ambas chicas bajaron para al abrir la puerta y encontrar de espaldas a aquel chico; que rápidamente, dió una vuelta para ver a la pelirroja un leve sonrojo que se hicieron notar en sus mejillas.

—Te ves hermosa —menciono el chico, para después caer en cuenta de lo que acababa de decir y darle un ramo de flores a la castaña —. Le traje esto para usted.

—No me digas de usted, puedes llamarme Elinor—dijo para que el chico sacara una risa nerviosa.

—¿Nos vamos Tadashi? —exclamo la pelirroja para tomar el brazo del chico.

—Oh por supuesto, hasta luego Eleonor.

—La quiero para antes de las doce.

—Antes de las doce, entendido —afirmo el chico con una sonrisa para acercarse a su motocicleta.

El azabache le entregó un casco a la pelirroja para ayudarla a subir y después él se colocará frente a ella.

—Sujetate fuerte —dijo para arrancar y la pelirroja enrrollara sus brazos en el pecho del chico; aunque no pudieran verse frente a frente, ambos tenían un sonrojo en sus rostros.

Fueron cuestión de minutos para que llegaran a la escuela dirigiéndose al gimnasio dónde se encontraban varias personas entrando en el al igual que saliendo. Ambos chicos bajaron para comenzar a caminar un poco de nervios.

—Espera, se me olvidó darte esto —dijo el chico para comenzar a buscar en su esmoquin un broche hecho de flores y colocarsela en la muñeca.

—Gracias —exclamo la pelirroja para acercarse al cachete del chico y plantarle un beso.

El resto de la noche fue justamente como aquellas que nos enseñan en las películas. Ambos chicos bebían ponche y bailaban en todas las canciones que se colocaban. A veces bailaban ellos dos o se unían con los amigos de la pelirroja para bailar en grupo, entre risas y bromas Merida se sentía segura que solo tal vez, él era el chico correcto.

Hubo un punto en el cual llamaron al chico sus amigos de robótica ya que había sucedido un problema con las luces, la pelirroja se dirigió a un rincón del gimnasio mientras esperaba al chico.

—Hola —mencionó una voz a lado suyo, y al voltear notó que era aquel castaño.

—Hiccup ¿dónde dejaste a Astrid? —dijo con una sonrisa aquella pelirroja.

—Me dijo que la disculpará, pero tenía que arreglar unas cosas con unas amigas —solamente alzó sus hombros y le tomo un sorbo a su bebida.

Se mantuvo un momento entre ambos hasta que comenzó a escucharse una canción, la cual el castaño sonrió volteando a ver a la pelirroja que lo miraba extrañada.

—¿Quieres bailar con este joven y guapo chico? —dijo con una sonrisa inclinándose mientras estiraba su mano hacia la chica.

—Por supuesto —acepto para tomar la mano de aquel castaño y comenzar a caminar a la pista de baile entre risas.

Mericcup: In My Thoughts Donde viven las historias. Descúbrelo ahora