Capítulo 40. Eres tú...

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El sueño de la pelirroja se volvía más confuso durante toda la noche.

Dentro de unas horas, acompañaría a Hiccup al aeropuerto para decirse su último adiós. Desde aquella visita a su hogar hace unos días, no había dejado de pensar en las palabras del albino junto con la fotografía del castaño de ya hace varios años.

Dentro de aquel sueño, podía asegurar que era ella misma pero en un cuerpo más jóven, una niña tal vez. Pareciera que se había escabullido de su hogar para irse al bosque y jugar en él; cosa que no lo tenía permitido. Dos años antes de su nacimiento, una princesa había sido secuestrada en la misma noche de su presentación; así que los padres de ella la tenían resguardada. O eso era lo que ella había entendido a lo largo de este tiempo.

Mientras jugaba con unas plantas, escucho un crujido a espaldas suyo. De alguna manera el bosque le provocaba un favor y podía sentir su respiración acelerar.

-¿Quién se encuentra ahí? Salga -mencionó aquella chica firme ante sus palabras.

-No te haré daño -se quejo una voz en las sombras, trataba de un chico aproximadamente de su edad al juzgar su voz-. Saldré.

Al salir de la obscuridad, se trataba de un chico debilucho y con ciertas prendas de piel encima. Su cabello era castaño y lacio, no demostraba rebeldía como el de la pelirroja. Tenía un rostro jóven, tal vez tenía siete años como ella.

-Espera, yo te conozco. Estabas hoy junto con los demás clanes en la sala real. ¿Acaso alguien te mando a vigilarme? -mencionó la pelirroja con un poco de enojo en su expresión.

--No- no- no, para nada -no paraba de tartamudear mientras jugaba con sus manos-. Estaba buscando una planta que crece en este lado de las tierras y me perdí señorita, digo princesa -dijo nervioso haciendo una reverencia a la chica.

-Sin formalidades, soy Mérida ¿y tú eres?

-Soy Hiccup -mencionó nervioso mostrandole una sonrisa a la chica, aunque le faltaba un diente en ella.

"No puede ser posible"

Todo nuevamente se convirtió negro borrando a aquel chico de su vista. Inconscientemente mencionaba la voz del castaño mientras dormía y se perdía en sus sueños. De un momento a otro, se levantó de golpe de su cama agitada mientras agua se encontraba derramándose de su rostro.

Notó la hora en su celular y se dió cuenta que aún se trataba de madrugada, se dejó caer en su cama mientras soltaba un suspiro. Acercó su mano a sus ojos para notar cierto líquido brotando de ellos. Se dejó caer sus manos a su rostro para mirar fijamente al techo.

-¿Qué diablos te está pasando, Merida? -se dijo así misma para intentar nuevamente dormir.

Del otro lado del pueblo, también se encontraba otra persona que no podía conciliar el sueño.

El extremo del hilo rojo de la chica. Hiccup.

Mirando el techo se volvió una costumbre para él, desde el día del accidente. A veces con la esperanza de que sus recuerdos regresarán como por arte de magia o por un golpe a su cabeza. Pero nunca fue así.

Dormir no se volvía una opción, ya que lo único que soñaba era con dragones y demás cosas de fantasía, cosas que le costaba creer. No entendía por que soñaba con aquellas cosas; ya no era un niño para soñar con princesas o bestias salvajes, se lo cuestionaba constantemente.

Además, una mezcla de emoción y temor surgía en su pecho. Mañana al fin dejaría el pueblo y seguiría su sueño; poder ayudar a las personas con sus inventos. Desde que tiene memoria, siempre intento crear nuevas creaciones con los objetos que encontraba en el hogar. Su padre, Stoiko, siempre se encontraba orgulloso del camino que su muchacho había elegido; en ocaciones, le compraba distintas herramientas para ayudar a crecer su ingenio.

Mericcup: In My Thoughts Donde viven las historias. Descúbrelo ahora